“…volverás a darme vida, y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra. Aumentarás mi grandeza, y volverás a consolarme”.
Salmos 71:20-21
Quisiera regalarte algo muy especial y siento que no tengo nada para ofrecerte.
Soy tan pequeña ante tu majestuosidad y grandeza. Y pienso que lo único que tengo para darte es lo que siempre te he brindado, mi vida y mi corazón sin reservas. Mi llanto y alegría; mis sueños y mi realidad.
Te ofrendo mi ser entero, mi alma que solo vive bajo la plenitud que le da tu presencia.
Eres el fuego eterno, la llama que me aviva.
He bebido de las aguas de tu fuente, me he deleitado y refrescado en el manantial que has puesto para mí en medio del desierto.
He sentido la calma que das aún cuando la tempestad ha azotado y el mar embravecido ha intentado ahogarme en sus profundidades.
Sigo navegando porque tú eres mi Capitán y aún en la más honda profundidad tú me haces bucear y descubrir tesoros escondidos.
Mi adoración es solo tuya, mi canción te pertenece solo a ti.
El soplo de aliento que infundes en mí es para darte la gloria.
Los versos que a mi pensamiento llegan son inspirados para loarte y engrandecerte.
¡Tuya es mi vida, la puedes usar!
Autora: Brendaliz Avilés
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