Thomas Samson era un minero galés. Todos los días dedicaba largas horas al duro trabajo en la mina, con su vida en constante peligro, a cambio de un magro salario. Cierto día, el capataz de la mina le dijo:
-Thomas, se ha producido una vacante en un trabajo más liviano en la superficie. Trabajarías menos y pagarían más. ¿Te interesa?
-Sí, por supuesto -respondió Thomas-. ¡Claro que me interesa, señor! Sin embargo, ¿podría ofrecerle el trabajo a mi amigo Tregony? Él no es tan fuerte como yo y temo que el trabajo en la mina acorte sus días. No quiero perder a un amigo. ¿Podría ocupar él ese puesto del que me habla?
Al capataz lo conmovió la generosidad de Thomas y le dio el trabajo a Tregony. Thomas siguió trabajando duro, y no bien se produjo otra vacante en la superficie, el capataz enseguida se lo comunicó a Thomas, que esta vez sí aceptó el ofrecimiento. Thomas y Tregony trabajaron juntos durante veinte años.
Cuando uno se brinda con generosidad por otra persona, obtiene una buena reputación. Y seguramente luego sobrevendrá un ascenso.
No es inútil en el mundo aquel que alivia la carga de otro.
Gálatas 6:2
Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.
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