miércoles, 29 de junio de 2011

El mandamiento nuevo


Juan 15 9-17. Pascua. Jesucristo nos da su mandamiento de amar a nuestro prójimo como Él nos ha amado.
Autor: Diego Calderón | Fuente: Catholic.net
Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Juan 15 9-17

Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.

Oración introductoria

Jesucristo, me pongo en tu divina presencia para adorarte, agradecerte y entrar en la intimidad de tu Corazón. Ayúdame a vivir una fe que se demuestra con obras y enséñame a demostrarte mi amor en la caridad hacia mi prójimo. Te pido por la paz del mundo, por la Iglesia, por el Papa y por la unidad de todos los cristianos. Te encomiendo, especialmente, a mi familia. María, alcánzame la gracia de hacer real mi amor a tu Hijo en el servicio desinteresado a los demás. Jesús, enséñame a verte y encontrarte en mis hermanos.

Petición

Dios mío, dame la fuerza y la gracia de vivir el mandamiento de tu amor. Permíteme, Jesús, ir por encima de las apariencias y de las simpatías para entender que tú habitas en cada persona.

Meditación

“El «mandamiento nuevo» no consiste en una norma nueva y difícil, que hasta entonces no existía. Lo nuevo es el don que nos introduce en la mentalidad de Cristo. Si tenemos eso en cuenta, percibimos cuán lejos estamos a menudo con nuestra vida de esta novedad del Nuevo Testamento, y cuán poco damos a la humanidad el ejemplo de amar en comunión con su amor. Así no le damos la prueba de credibilidad de la verdad cristiana, que se demuestra con el amor. Precisamente por eso, queremos pedirle con más insistencia al Señor que, mediante su purificación, nos haga maduros para el mandamiento nuevo”. (Benedicto XVI, Homilía, 20 de marzo de 2008). Jesucristo nos da su mandamiento de amar a nuestro prójimo como Él nos ha amado. Desde esta perspectiva, la caridad debe ser el signo o el distintivo del cristiano, es decir, del seguidor de Cristo. Amar a Cristo y guardar su Palabra es, en definitiva, amar a nuestros hermanos con un amor que se hace obras.

Reflexión apostólica

Vivir la caridad no es fácil pero contamos con la gracia y el auxilio de Dios. El amor al prójimo es un mandamiento del Señor y Él mismo nos invita a vivirlo. Así, podemos comprender que Jesucristo no nos llama a vivir algo imposible o ilusorio sino que la caridad es una realidad necesaria y fundamental en nuestra vida diaria y en nuestra condición de cristianos. Por lo tanto, es necesario elevar el corazón por encima de las simpatías o antipatías para ver con los ojos de la fe a mi prójimo. No podemos olvidar que cada vez que hacemos o damos algo a nuestro hermano lo estamos haciendo con Cristo. Nuestro acto de caridad más grande es el de acercar a las personas, con nuestro ejemplo de vida, a Cristo. La caridad no consiste solamente en ayudar materialmente, cuando es posible, a los demás sino en dar nuestro tiempo, nuestro consejo y el consuelo a las almas que lo necesitan.

Propósito

Me esforzaré por vivir una de las siete obras misericordia espiritual.

Diálogo con Cristo

Jesús, me has amado perdonándome, dándome de comer el Pan Eucarístico, muriendo por mí en la cruz, sanando y curando todas mis heridas y permaneciendo siempre cerca de mí. Dame la gracia de cumplir tu mandamiento de amar a mis hermanos como tú me has amada. Esta es la vocación del cristiano, la vocación del amor auténtico y real, la vocación de la caridad.


Cada obra de amor, llevada a cabo con todo el corazón, siempre logrará acercar a la gente a Dios. (Beata Madre Teresa de Calcuta)

domingo, 26 de junio de 2011

SEMILLAS Y FE

Leí una fábula acerca de un hombre que estaba mirando en una tienda cuando hizo el pavoroso descubrimiento de que Dios estaba detrás del mostrador. Así que el hombre se acercó, y preguntó: «¿Qué vendes?» Dios respondió: «¿Qué desea tu corazón?» El hombre dijo: «Quiero felicidad, paz mental y libertad del temor [...] para mí y para todo el mundo». Dios sonrió y dijo: «Aquí no vendo frutos. Sólo semillas».
En Gálatas 6, Pablo enfatizó la importancia de sembrar semillas de comportamiento que honren a Dios, porque «todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (v.7). No podemos esperar experimentar el fruto de las bendiciones de Dios si no reconocemos la importancia de hacer nuestra parte.
Seguir el ejemplo de otros que han sembrado buena semilla puede ayudarnos. Samuel Shoemaker dijo que un buen ejemplo puede inspirarnos o hacernos decir: «Ah, sí, él (o ella) es así. Los cambios de humor, los nervios, la impaciencia o la preocupación no le suponen un problema como en mi caso; simplemente tiene mejor temperamento». Shoemaker continuó: «Puede que no se nos ocurra que tal vez esta persona haya tenido que luchar por su serenidad y que también podríamos triunfar si hiciéramos lo mismo».
¿Estás cansado de tu manera de ser? Pídele ayuda a Dios y comienza hoy a sembrar las semillas de nuevas acciones y respuestas. A su debido tiempo, el Espíritu dará el crecimiento.
Las semillas que sembramos hoy determinan el tipo de fruto que cosecharemos mañana.
Fuente: Nuestro Pan Diario 2009

jueves, 23 de junio de 2011

SEGUIRÉ AVANZANDO

Dedicado especialmente a todos aquellos que en algún momento de sus vidas se han sentido sin fuerzas.
Estoy cansado, sin fuerzas para seguir, quisiera rendirme, tirar la toalla, colgar los guantes, pero aun y con todo eso no puedo, hay algo que me detiene.
A veces pienso si me merezco ser su hijo, si merezco sus bendiciones o sus bondades, a veces creo que El no se siente orgulloso de mi, ni de lo que hago, mas dentro de mi corazón existe un enorme deseo de agradarlo, mi espíritu batalla con los deseos de mi carne, mi voluntad contra su voluntad, han sido más las veces que he perdido, que las que he ganado, pero por algún razón no puedo detenerme.
Me tropiezo, me golpeo, tengo duras heridas, mas algo dentro de mi me hace que me ponga de pie nuevamente, me sacudo el polvo y comienzo a caminar, mis lagrimas brotan como lluvia sobre mis mejillas, quisiera decirle al Señor que quiero hacerlo, que quiero vencer, mas me cuesta, fallo muy seguido y a veces hasta me da vergüenza llegar delante de Él.
El otro día estaba decidido a vencer eso que tanto me atormenta, sin embargo fracase nuevamente, quise llegar delante de ti, mas algo me lo impedía, quería llorar, quería rendirme, quería decirte que aunque lo intento no puedo y aunque quisiera, no lo logro.
No sé qué concepto tengas de mi, pero a pesar de mis recurrentes errores, te amo, sí, yo se que parece un poco ilógico decirte eso después de lo que mis acciones dicen, pero dentro de mi corazón hay un amor increíble por ti, un deseo de superarme, un anhelo de agradarte.
Me siento débil y de hecho lo soy, me es fácil hacer lo que no quiero y lo que quiero me es difícil, quisiera rendir mi ser, buscarte cada día, evitar fallarte, agradarte en todo, mas mi naturaleza es muy fuerte y me recuerda cada día lo mucho que necesito de ti.
Pero hoy quiero decirte que lo intentare, que SEGUIRE AVANZANDO, no sé cuantas veces tropiece porque estoy seguro que tropezare, pero no me quedare en el suelo, me levantare cuantas veces sea necesario, no me rendiré tan fácil, no me daré por vencido, después de conocerte mi vida jamás ha vuelto a ser la misma y por ello hay miles de razones por las cuales tengo que seguir avanzando.
Quizá me sienta triste, pero sonreiré al recordar que tú tienes un final hermoso para mi, quizá en algún momento me darán ganas de colgar los guantes, mas sin embargo luchare cada día de mi existencia por tratar de agradarte. En algunos momentos me sentiré solo, pero cerrare mis ojos y dejare que me abraces, en algún momento me sentiré defraudado por los que me rodean, pero en esos momentos recordarte que mis ojos están puestos en ti.
No sé qué concepto tengas de mi, pero quiero que me veas como aquel hijo tuyo que no se da por vencido, aquel hijo tuyo que está determinado en buscarte en avanzar pese a cualquier circunstancia, no me detendré, no, no me daré por vencido, puedes estar seguro que me levantare cuantas veces sea posible, me sacudiré el polvo y seguiré avanzando, si, avanzare hacia mi objetivo, ese objetivo que eres tú.
Sé que será duro, se que las fuerzas quizá me faltaran, sé que no todo será hermoso, pero puedes estar seguro que SEGUIRE AVANZANDO tu amor en mi vida me ha hecho ser fuerte, tu misericordia acompañándome día a día me recuerda lo mucho que me amas, tu fidelidad frente a mis infidelidades me recuerda tu incondicionalidad, no puedo rendirme, menos ahora después de haber conocido tu amor hacia mi vida, caminare Señor, avanzare, cueste lo que cueste puedes estar seguro que:

SEGUIRE AVANZANDO

“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio
y renueva un espíritu fiel dentro de mí”.

Salmos 51:10 (Nueva Traducción Viviente)
Autor: Enrique Monterroza

domingo, 19 de junio de 2011

LA LIBERALIDAD


La liberalidad, que parte de la justicia, es la virtud que “tiene por objeto moderar el amor a las cosas exteriores, principalmente de las riquezas, e inclina al hombre a desprenderse fácilmente de ellas, dentro del recto orden, en bien de los demás” (1).

Dicho de otra manera, es “el medio prudente en todo lo relativo a la riqueza. Es la virtud que tiene que ver con el “recto uso de dichos bienes”. El buen uso del dinero es el acto propio de la virtud de la liberalidad.

San Agustín decía que “es virtuoso el usar bien de aquellas cosas que podemos usar mal”, porque podemos usar bien o mal no sólo de lo que tenemos en nuestro interior, (como las potencias y las pasiones), sino de nuestros bienes materiales externos. Virtud noble y señorial, que mejora enormemente las relaciones humanas, otorgando armonía, excelencia y belleza al trato social.

“Dado que los bienes o riquezas afectan nuestro corazón de tal o cual manera, cabe la posibilidad de usarlos bien o mal. La liberalidad es la virtud por la cual el hombre emplea virtuosamente los bienes que posee o, si se prefiere, se trata de una disposición interior que ordena el amor, la complacencia y el deseo relativo a dichos bienes, de acuerdo a la razón. Se refiere, por lo tanto, a un desapego interior, y no será virtud si no damos con alegría, porque “Dios ama al que da con alegría” dice San Pablo.

Por eso, como enseña Santo Tomás, la esencia “de la liberalidad son los afectos, es decir, las actitudes o disposiciones interiores frente a las riquezas. El principio de la liberalidad es un cierto desapego, por el que no se desea ni se ama tanto al dinero, (como para), que uno se cierre a toda generosidad para con el prójimo. De ahí la posibilidad de que también los pobres, cuando son realmente virtuosos, puedan ser liberales, ya que la liberalidad no consiste tanto en dar cuanto en la disposición del donante.” (2)

Sirva esta simple anécdota a lo que digo. Una vez un hombre rico fue a pedirle consejo sobre el manejo justo que debía hacer de sus bienes a un piadoso fraile. El fraile lo acercó a la ventana y le dijo:
“Mira.-
El hombre rico miró por la ventana a la calle. El fraile le preguntó:
- ¿Qué ves?-
El hombre le contestó:
Veo gente, personas.-
El fraile entonces lo condujo ante un espejo y le dijo:
Y ahora. ¿Qué ves? -
Ahora me veo yo. -
¿Entiendes? Le dijo el fraile. En la ventana hay vidrio y en el espejo hay vidrio. El peligro está en que el espejo tiene un poco de plata, y cuando hay plata uno deja de ver personas y comienza a verse a sí mismo.”.-

La historia humana ha demostrado la cantidad de ricos que llegaron a los altares como San Luis rey de Francia, Santa Isabel de Hungría, San Wenceslao de Bohemia o Santa Margarita de Escocia. Lo cual prueba que ni el dinero, ni aún un trono, impiden la santidad. Lo que la dificulta y el peligro consiste en el mal uso que podemos hacer del mismo. De ahí que haya ricos santos y pobres que no lo son.

El dinero se puede recibir o dar, acumular o prodigar. El hombre liberal, según Aristóteles, recibirá lo que corresponde y dará lo que deba. Gastar en beneficio de otro es liberalidad pero para poder dar es necesario saber generar dinero y conservarlo de ahí que los tres actos sean importantes. Nuestro Señor no pretende que demos todos nuestros bienes, (salvo que seamos llamados a un desprendimiento de virtud superior como la vida religiosa), pero sí nos aconseja que ordenemos el recto uso de ellos, desde nuestro corazón.

La naturaleza humana es más propicia a acumular que a dar, de ahí que la virtud consista en manejar con equilibrio estas dos actitudes y, entre ambas, es más virtuoso el acto de dar, (para hacer
con ello cosas buenas), que el de guardar para sí. Tampoco dependerá esta virtud de los bienes que se posean, sino de la proporción entre lo que tengamos acceso y lo que demos, como el Señor nos enseña en el Evangelio con el óbolo (limosna) de la viuda, que dio tan sólo una moneda pero el Señor lo destacó porque ella dio todo lo que tenía.

Ser justo es darle a otro lo que es suyo. De ahí que no se sea liberal porque se paga un sueldo que corresponde a un trabajo acordado previamente de manera puntual. La paga, la suma de dinero en ese caso, ya es del otro. Ser liberal, en cambio, es darle de lo que es nuestro. un reconocimiento extra por su esfuerzo notorio. Por haber venido bajo la lluvia y en bicicleta y aún con fiebre porque sabía que lo necesitábamos ese día de nuestro aniversario. Ese reconocimiento del esfuerzo ajeno, (que demostraremos con una paga extra), es lo que nos hará liberales con el dinero.

Cuando hablamos de dinero, no nos referimos solamente a la moneda, sino a todo lo que se mide con valor monetario. Santo Tomás nos enseña que el dinero no es un fin en sí mismo, pero cuando sirve a un bien, (crear fuentes de trabajo, plantar un monte para obtener madera, hacer un dique para tener una reserva de agua, edificar su propia casa al construir una familia, levantar un colegio o una Universidad), proporciona una gran satisfacción, algo parecido a la felicidad, por habernos constatado capaces de construir y ver nuestro esfuerzo realizado.

El dinero es un bien útil, ni malo ni bueno en si mismo, pero el bien o el mal dependen del uso que nosotros le demos con nuestro corazón.
La doctrina social de la Iglesia, (o sea la propuesta católica al correcto orden social), enseña que el derecho sobre la propiedad no es absoluto, sino que tiene un fin social. Somos dueños de nuestros bienes pero con el fin de proveernos nuestro sostén personal y familiar y generar trabajo y bienestar a otros. Aunque poseamos una propiedad legalmente, moralmente no podremos destruirla. Nuestro derecho sobre la propiedad moralmente no llega hasta la destrucción del bien.

Podemos poseer un monte en nuestras tierras, que podremos talar y vender toda la madera dando trabajo y bienestar, pero moralmente no podremos prenderle fuego por el simple hecho de que sea nuestro. Podemos tener una pileta en nuestro jardín para bañarnos o para invitar amigos y familiares, pero no podremos moralmente llenarla de champagne para una fiesta aunque tengamos medios para hacerlo. Podemos regalar nuestra bicicleta si no la usamos, pero no podremos moralmente saltarle encima porque ese día estábamos rabiosos hasta romperla. Podemos disponer de nuestro cuarto en nuestro hogar, pero no podremos moralmente escribir las paredes ni subirnos a la cama con las zapatillas sucias hasta destruir la colcha y la pintura. Esto es lo que nos quiere decir la Iglesia cuando nos enseña que el derecho a la propiedad privada no es absoluto. Detrás del buen o mal uso que damos a nuestros bienes hay una connotación moral.

Este concepto es mucho más grave cuando atañe al sustento porque tocan al alimento y hay millones de personas en el mundo que carecen de lo necesario para vivir. Si bien puedo ser dueño de una plantación de manzanas, moralmente no puedo tirarla a los chanchos para que suba el precio. Puedo ser dueño de un tambo y defender legítimamente el valor de mi producción de leche, pero moralmente no puedo tirarla para que suba el precio. Podremos poseer un campo y venderlo por distintas circunstancias (dificultades económicas, deudas, problemas familiares, etc) que nos obliguen a hacerlo. Pero si lo hacemos solamente para tener la plata puesta a interés y vivir de rentas o especulando tenemos que saber que habremos rematado nuestra cultura, nuestras raíces, nuestras tradiciones, el esfuerzo de tal vez varias generaciones de nuestros antepasados, a quienes pertenecieron las tierras. Aquí tocaríamos además las virtudes de la responsabilidad, de la gratitud, y de la piedad, que nos manda venerar lo que hicieron nuestros mayores.

El Estado, (como ente regulador), debiera velar para que estos desórdenes en el ámbito social no ocurran y que la gente no se vea en situaciones desesperadas hasta tener que desprenderse de lo propio por impuestos distorsivos. Corresponde al Estado el generar precios que justifiquen a los profesionales desarrollar dignamente y sin coacciones morales sus profesiones, a los agricultores levantar sus cosechas, a los trabajadores hacer valer su trabajo, a los empleados sus sueldos, etc.

“La liberalidad se diferencia de la misericordia y de la beneficencia por el motivo que las impulsa: a la misericordia la mueve la compasión, el amor, y a la liberalidad el poco aprecio que se hace del dinero, lo que lo mueve a darlo fácilmente no sólo a los amigos, sino también a los desconocidos. Se distingue también de la magnificencia en que ésta se refiere a grandes y cuantiosos gas tos invertidos en obras espléndidas, mientras que la liberalidad se refiere a cantidades más modestas.

Su nombre de liberalidad le viene del hecho de que, desprendiéndose del dinero y de las cosas exteriores, el hombre se libera de esos impedimentos, que embargarían su atención y sus cuidados. El vulgo, (o sea el común de la gente), suele calificar a estas personas de desprendidas y dadivosas.” (3)

Tampoco será liberal quien descuide de su propio sostenimiento y el de los suyos. Los bienes generan estabilidad y seguridad a una familia, ayudándola a campear los momentos difíciles que puedan sobrevenirle y, mientras este concepto esté ordenado, es bueno tratar de adquirirlos. Así como la propia naturaleza “ahorra”, (el agua ahorra el calor del día, las plantas en zonas áridas el agua etc, cuando le “sobran” ), para lograr ella también estabilidad, es la principal responsabilidad de las cabezas de familia, (dentro de las posibilidades de cada uno), el tratar de generar ahorros para la seguridad y protección de los suyos y el no ser el día de mañana una carga para los demás. De ahí que el liberal no despreciará sus bienes personales, porque con ellos podrá no sólo sostener a los suyos, sino también auxiliar a los demás. Tampoco los repartirá a cualquiera y de manera indiscriminada. Si no que los dará según el buen criterio de la razón a quien mejor lo merezca o los necesite.

Entre las virtudes, la liberalidad es una de las que más nos hace ser amados, porque ayudamos al bienestar del prójimo y somos útiles para quienes nos rodean. Generalmente el dar, si damos bien, lo acompaña el amor, la comprensión, la comunicación con el prójimo. Poder dar genera sumo placer, pero hay que discernir lo que es bueno para el otro de lo que no lo es. Se trata de pensar en hacer el bien al otro y no de lucirnos nosotros con nuestras posibilidades.

“Todas las acciones que la virtud inspira son bellas y todas ellas están hechas en vista del Bien y de la Belleza. Así el hombre liberal y generoso dará porque es bello dar; y dará convenientemente, es decir, a los que debe dar, lo que se debe dar, cuando debe dar, y con todas las demás condiciones que constituyen una donación bien hecha. Añádase a esto que hará sus donativos con gusto o, por lo menos, sin sentirlo, porque todo acto que es conforme con la virtud es agradable o, por lo menos, está exento de dolor y no puede ser nunca verdaderamente penoso.

Cuando se da a quien no debe darse, o cuando no se da siendo bueno dar, y se hace un donativo por cualquier otro modo, no es uno realmente liberal, y debe dársele otro nombre, cualquiera sea. El que da con tristeza no es tampoco liberal, porque prefiere el dinero a obrar el bien, y esto no es lo que debe sentir un hombre verdaderamente liberal.” (4)

No será liberal quien reparta sus bienes sin ton ni son, porque a veces no es bueno ayudar cuando las causas no son buenas. Gastar fortunas en artículos de lujo de uno de los cónyuges, caprichos totalmente superfluos como son todos los últimos modelos de todo lo que aparece diariamente, en malas lecturas, revistas o espectáculos ajenos a la moral cristiana no es liberalidad sino derroche anticristiano.

Recordemos que la virtud siempre tiende al bien de la persona, y malgastar en caprichos no lo es.

Regalarle a un nieto de 15 años una moto, (tal vez hasta en contra de la voluntad de los padres), simplemente porque podemos hacerlo no es liberalidad. Es no sólo una imprudencia, sino un atropello a la autoridad paterna, y el regalo, además de erosionar la autoridad de los padres ante los hijos,(por los mismos abuelos), seguramente le traerá mas problemas que satisfacciones
por los riesgos que conlleva.

Los dos pecados que se oponen a la virtud de la liberalidad son: la avaricia (por defecto) y prodigalidad (por exceso).

La avaricia es un pecado capital y tiene dos aspectos: el personal y el social.

En el plano personal, es pecado capital no por su maldad intrínseca sino porque genera otros pecados como la falta de justicia, de misericordia, de caridad y de espíritu de fe. “Avaro es aquel que teniendo el corazón apegado a las riquezas, está abocado a su búsqueda y acumulación, en la idea de acrecentarlas incesantemente.”

“Se distingue del “interesado” que no hace nada gratuitamente; de los “parsimoniosos” , que está siempre ahorrando; del “tacaño”, que trata de gastar lo menos posible. Lo propio del avaro es preocuparse tan sólo por poseer en una medida cada vez mayor. (5)

Si bien es legítimo que el hombre busque una posición económica y bienes, el avaro tiene un afán desmesurado de acumular riquezas tan sólo para poseerlas, no para ordenarlas a su legítimo bien. “Ha dicho Gustave Thibon que por lo general los ricos, (entendiendo por ricos a todos los que tienen superioridad social, capacidad de decisión política, altos cargos, celebridad), son buscados, rodeados, adulados, sea por interés, temor o vanidad. “Poderoso caballero es Don Dinero”. Pero la verdad es que alrededor de ellos se congrega una selección al revés. “El pobre humillado ve la verdad de quien le humilla. Pero el rico adulado difícilmente discierne la mentira de quien le adula”. (6)

El exceso de acumular también es una forma de avaricia, ya que debemos tener un ansia medida de las cosas. Hay distintos grados dentro de la avaricia. Desde la simple tacañería hasta la idolatría del dinero. De ahí que la avaricia sea un pecado espiritual. “León Bloy dice que el dinero es un misterio, que hay algo de misterioso en el poder ejercido por el dinero”(7). A decir verdad el misterio es que el hombre busca en el afán desmedido de poseer dinero el poder que genera o matar el ansia insatisfecha de felicidad que está impresa en el corazón humano. Dios la puso expresamente en el corazón del hombre para que no cejáramos de buscarlo aunque viviésemos rodeados de dinero.

En el plano social el espíritu anticatólico de la Reforma protestante, dio nacimiento a un hombre que puso el enriquecerse como un importante objetivo, (ya que esto era una señal de predestinación). Para Lutero y Calvino los ricos eran los predestinados y favorecidos por Dios para salvarse. Lutero incitó a los hombres que se enriquecieran pero sacándoles la responsabilidad moral que implica el tener riquezas por la responsabilidad de su función social. A través de los siglos este espíritu dio lugar a la proliferación de los “bancos” en sustitución de las catedrales como el corazón de las ciudades.

Las riquezas auténticas y sanas para el hombre siempre serán los frutos del trabajo de la tierra, de la industria y del hombre desarrollando sus potencialidades. No del fruto del trabajo del mismo dinero. El dinero, por su propia naturaleza, es infecundo, no puede tener cría. No obstante la Iglesia, que siempre ha condenado todo préstamo a interés y la usura, ahora lo tolera, no porque haya olvidado su doctrina, sino porque permite a sus hijos, (en virtud de la falta de firmeza de los tiempos nuevos), y la enorme inestabilidad reinante, una defensa más a la sana productividad.

En épocas más cristianas, los hombres se batían y morían en guerras religiosas, (como las Cruzadas). Más tarde serían políticas, y morirían en defensa del cambio de ideas. Hoy los hombres van a morir y son mandados a pelear en defensa de los intereses de los grupos económicos que manejan el dinero mundial... Esto demuestra la importancia que quienes gobiernan a nuestra sociedad le conceden al dinero y la decadencia de los valores. No hay otra manera de salir de este círculo satánico que volver a poner al dinero en su lugar, como mero instrumento de intercambio.

El otro vicio en contra de la liberalidad (esta vez por exceso) es la prodigalidad. Cristo calificó de “pródigo” al hijo menor de la parábola, que mal gastó los bienes heredados. “Aristóteles enseña que lo propio del pródigo es la tendencia a disipar sus bienes. Pródigo es, dice más expresamente, “el que se arruina por su gusto”. Porque la disipación insensata de los propios bienes es una especie de autodestrucción, ya que uno sólo puede vivir cuando tiene algo. Comentando este texto, dice Santo Tomás, que la palabra pródigo tiene que ver con “perdido”, en cuanto que el hombre, al disipar las propias riquezas, con las que debe vivir, pareciera estar destruyendo su ser, que justamente se conserva por dichas riquezas”.(8)

Los pródigos, generalmente, en su desorden, dan a quienes no debieran lo cual también es un desperdicio.

En realidad lo que el dinero da, (especialmente en grandes cantidades), es simplemente poder, y nos hace sentirnos como “dioses”, que es en realidad lo que quería Satán, el poder de ser como Dios para ser el autor de la ley y no tener que someterse. No se explica de otra manera que los humanos queramos acumular o robar cantidades de dinero desproporcionadas, (saqueando países enteros con negociados), imposibles de gastar en generaciones enteras, o generar negocios gigantescos declarando guerras sólo para vender armamentos y reconstruir, más tarde, las ciudades arrasadas por ellas. Tampoco se explica, ni aún en el ámbito natural solamente, el llevar a la muerte y a la mutilación de por vida y al sufrimiento a millones de personas solamente para robar los bienes naturales de otros países (como el petróleo, el gas, minerales o las reservas de agua.). Hay una guerra satánica y un espíritu diabólico detrás de esto.

jueves, 16 de junio de 2011

EL PODER DEL GOZO Y LA PAZ

Si tienes un problema y el diablo no logra inquietarte por ello, significa que él no tiene poder sobre Ti. Tu poder está en mantenerte calmo, en paz, con una actitud de confianza. El poder del diablo reside en causarte enojo y temor, minando así tu fortaleza.
Cuando te encuentres en una situación problemática, permite que tu meta sea simplemente permanecer en calma. Cada vez que comienzas a sentirte molesto o frustrado, detente y pregúntate: “¿Qué está tratando de hacer el enemigo aquí?”
El Espíritu Santo se mueve en una atmósfera de gozo y paz. No trabaja en el alboroto. En tiempo de prueba, tu fortaleza se encuentra asumiendo tu posición en Cristo y entrando en el descanso de Dios. Todas estas palabras bíblicas —esperar, aquietarse, descansar, permanecer y en Cristo— expresan básicamente lo mismo: ¡No pierdas tu gozo y tu paz!
No estamos vencidos, sino que siempre seremos vencedores. Es probable que no superes cada obstáculo, pero puedes tener la certeza de que siempre triunfarás en Cristo. Si sabes enfrentar cada problema, obtendrás la victoria. Jesús esta siempre contigo en cada situación. Solo recuerda confiar en Él para que el gozo y la paz sean suficientes para hoy.
Si el enemigo logra dominarte a través de las circunstancias, controlará tu vida todo el tiempo. Elige caminar en tu autoridad, permanece siempre en paz.
Fuente: Joyce Meyer, Ama a Dios y Disfruta la Vida.

domingo, 12 de junio de 2011

ÉL TE RESCATARÁ

“Haz que sea la gratitud tu sacrificio a Dios y cumple los votos que le has hecho al Altísimo. Luego llámame cuando tengas problemas, y yo te rescataré, y tú me darás la gloria”.
Salmos 50:14-15 (Nueva Traducción Viviente)
En nuestro diario vivir nos enfrentaremos a muchas situaciones que pondrán a prueba nuestra confianza en Dios. Situaciones que son imprevistas y que son parte de la vida del cristiano, y digo son parte, porque cada cosa que viene a nuestra vida es una oportunidad más para conocer o ser testigos de la mano poderosa de nuestro Dios.
Creo que todos hemos pasado o estamos pasando por circunstancias difíciles, de esas que nos hacen pensar o decir: “¿Por qué a mí?”. Y es que pareciera que algunos de nosotros somos como un imán para los problemas, no acabamos de salir de uno, cuando el otro ya está esperando turno.
Lo hermoso de todo esto no son los problemas, pero si el fin que tendrán, y es que no podemos negar que Dios siempre nos ha sacado adelante, es más, si hoy estás leyendo esto, es porque Dios te ha dado la suficiente salud, la provisión suficiente y la vida para hacerlo, ¿No crees que es suficiente como para estar agradecido?
Problemas siempre habrán, por lo menos mientras estemos en este mundo, pero llegara un día en donde permaneceremos por toda la eternidad junto a nuestro Dios, en donde no habrá más llanto, ni dolor, en donde Dios enjugara toda la lagrima.
Quizá en estos días tu fe ha decaído al ver un problemas tras otro, quizá tengas semanas o meses de estar experimentando situaciones que te han robado el sueño, que hacen que te desesperes y a veces hasta que dudes de lo que Dios puede hacer en tu vida. Mas sin embargo este día quiero recordarte que Él promete en su Palabra que: TE RESCATARA.
Y es que para que te rescate, necesitas estar en situaciones difíciles y Dios es consciente que tu pasaras por esos momentos, quizá por decisiones equivocadas que tomaste, quizá por no obedecer o quizá porque Dios sabe que tu eres capaz de salir victorioso de esa prueba y sabe muy bien que al salir, serás muy usado por Él en determinada área.
Me llena de mucha paz la frase de este Salmos 50:15 “Luego llámame cuando tengas problemas, y yo te rescataré, y tú me darás la gloria”. Y es que Dios sabe que somos muy buenos para meternos en problemas, pero por esa razón también nos invita a que en medio de esos problemas lo llamemos, porque EL NOS RESCATARA y luego que experimentemos su rescate, LE DAREMOS GLORIA.
Hay tres cosas que Dios sabe que pasaran en nuestra vida y esta son: “Los problemas”, “Su rescate” y “La Gloria que le daremos”. ¿Te parece conocido esto?, es exactamente lo que ocurre en nuestra vida, cuando estamos en problemas, lo llamamos, El siempre nos saca adelante y luego siempre terminados agradeciéndole y dándole Gloria y Honra por lo que hizo.
Es por esa razón que este día quiero invitarte a que le permitas a Dios inundar tu corazón y todo tu ser de PAZ, de esa paz que sobrepasa nuestro entendimiento y que nos hace estar seguros que Dios actuara. El lo ha prometido, no te aflijas mas, porque Dios siempre ha actuado a tu favor, por lo tanto estoy seguro que pronto estarás dándole gloria y honra por lo que hará, así que no veas tu presente, sino ve lo que te espera y eso es algo que solo Dios puede hacer, al mejor estilo de El.
No importando lo que estés experimentando en este momento, ni lo mal que te sientas, si de algo debes estar seguro es que DIOS TE RESCATARA, por tal razón:

¡Dale Gloria y Honra desde ya por lo que está a punto de hacer!

Autor: Enrique Monterroza

jueves, 9 de junio de 2011

¿Por qué Dios dejo que me enamorara?

Cada vez que pienso en temas para noviazgo se me vienen una gran cantidad de preguntas que en algún momento me hice cuando soltero o preguntas que recibo vía correo electrónico de tantos solteros y solteras alrededor del mundo.
Hace poco alguien me pregunto: “Enrique, ¿Por qué escribes de temas sobre noviazgo?”, entonces respondí: “Cuando era soltero, siempre tuve muchas preguntas y ningún libro sobre noviazgo pudo contestármelas, entonces un día dije que escribiría sobre lo que siempre quise saber sobre noviazgo”. Yo sé de lo importante que es para una persona soltera ser orientado en estos temas de los cuales realmente casi nunca se habla en nuestras iglesias, pero que hay una necesidad muy fuerte de saber.
Este no será mi último tema sobre noviazgo, aunque casi he escrito sobre todo, pero hay tantas cosas que me gustaría hablar y escribir, que algún día tendré que escribir un libro estrictamente sobre noviazgo. Pero el artículo de hoy nace de una pregunta que una chica me hizo vía correo electrónico, esa pregunta fue: ¿Por qué Dios dejo que me enamorara?
Al leer su carta, pude entender muy bien lo que ella me estaba queriendo explicar, porque yo en algún momento de mi vida de soltero, me hice la misma pregunta y quizá a lo mejor tú también te la has hecho, te la estás haciendo o quizá te la harás en algún momento de tu vida.
Por eso hoy quiero humildemente tratar de dar una respuesta a esa pregunta que la mayoría de los solteros se hacen en algún momento determinado. Este artículo va dedicado a todos aquellos solteros y solteras que se enamoraron de alguien que no los correspondió.

TE ENAMORASTE.

Algunas personas dicen: “Uno no escoge a la persona de quien enamorarse”, realmente esa frase es totalmente falsa, porque la verdad es que NOSOTROS SI ESCOGEMOS DE QUIEN ENAMORARNOS. ¿Acaso te impusieron de quien enamorarte?, ¿Acaso a punta de pistola te obligaron a enamorarte?, ¡No!, fueron los detalles, el tiempo, la compañía de esa persona lo que provoco que ese sentimiento especial naciera en tu vida.
Obviamente no estabas enamorado cuando la conociste o lo conociste, sino que con el transcurrir del tiempo y muchas características de esa persona cautivaron tu atención y provocaron en ti ese sentimiento de enamoramiento.
Pero también no todo es color de rosa, si bien es cierto nosotros somos los que escogemos de quien enamorarnos, no tenemos control sobre los sentimientos de la otra persona. Es decir que el hecho de que tú permitas que nazca en ti el sentimiento de enamorarse, no significa que también la otra persona sentirá lo mismo, a no ser que esa persona sea la que Dios quiere para tu vida. Entonces, allí el mismo sentimiento abarcará a las dos personas y todo será más fácil.
¿Pero qué, de aquellos que se enamoraron de alguien, y la otra persona no siente lo mismo?, Simple y sencillamente es duro darte cuenta de eso y muy difícil asimilarlo. Y es que a veces creemos que por el hecho de que nosotros sentimos “un gran amor” hacia esa persona, ella también tiene que sentir lo mismo por nosotros si o si. La verdad es que NO necesariamente, si esa persona no es para ti, aun cuando hagas lo que hagas, simplemente NO SERA PARA TI.
Ese sentimiento de rechazo o de saber que no es lo que pensabas o sentías nos lleva a sentirnos mal, a creer que no fuimos hechos para el amor, a pensar que nunca encontraremos a alguien que nos ame de la forma que queremos o a pensar locamente que si no es esa persona la que nos va a amar, entonces no queremos que nadie más lo haga.
Y es que el hecho de saber que la persona de la que estábamos enamorados no siente lo mismo, hace que sintamos de todo, es como un sentimiento indescriptible que nos hace sentir tristes, sin rumbo y destruidos sentimentalmente hablando.
Es allí en esos momentos en donde estas triste de saber que esa persona quizá no será para ti, en donde piensas de todo, lloras en soledad, te sientes mal y oras mucho a Dios pidiéndole que QUITE DE TU CORAZÓN ESE SENTIMIENTO hacia esa persona. En ese momento nos hacemos la pregunta de la cual titule este articulo.

¿Por qué Dios dejo que me enamorara?

En primer lugar Dios jamás te obligara a hacer algo que tu no quieras hacer, jamás te torcerá el brazo y te dirá lo que tienes que hacer, nunca te apuntara con un arma y obligara a enamorarte.
Eres tú, el que lo decidió, así de simple. La Biblia nos enseña que Dios nos dio una libre decisión, lo podemos ver desde el principio con Adán y Eva. Dios te dio el privilegio que decidieras todo en tu vida, eso sí, tus decisiones buenas tendrás resultados buenos y tus decisiones malas, tendrán sus resultados malos.
Tú no puedes pensar que Dios te dejo que te enamoraras, porque a lo mejor sucedieron una serie de situaciones antes para que eso no pasara, pero tus ojos estaban fijos en ese objetivo, no escuchaste consejo, no quisiste ver la realidad y estabas dormido sobre la nube del “amor” y por eso no percibiste que esa persona a lo mejor no era para ti.
Personalmente me parece equivocado el pensar que Dios te hace que te enamores de alguien para no darte a esa persona. Si fuera así, entonces Dios sería demasiado cruel, al ilusionarnos con algo que nunca será, más DIOS NO ES ASÍ. El no tiene ni una pisca de crueldad, ni mucho menos te ilusiona, la Biblia dice que cuando El promete, El cumple, El nunca te ilusionara, si sabe que no te dará algo. Eres tú, quien decide hacerte ilusiones, eres tu quien crea una historia ficticia para hacerte pensara a ti mismo que las cosas son como tu quisieras que fueran, cuando realmente las cosas no son como tu quisieras que fueran.
Dios dice en su Palabra: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Y es que si hay alguien que conoce el corazón del hombre ese es Dios, nuestro Creador, el sabe que somos propensos a tener sentimientos engañosos. La Biblia dice en Jeremías 17:9 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”.
Lastimosamente muchos de nosotros no tenemos cuidado de guardar nuestro corazón, nos ilusionamos con tanta facilidad y tan rápidamente, que no le consultamos a Dios antes de tomar decisiones en este ámbito, cuando lo correcto sería: Consultar a Dios y esperar su respuesta.
Quizá alguien hasta este punto diga: “Yo le consulte a Dios y él me dijo que esa persona era para mí”. ¡Ojo!, tenemos que tener mucho cuidado de esto, no podemos andar diciendo: “Dios me dijo”, cuando Dios a lo mejor no ha dicho nada. Pasa que a veces los mismos sentimientos mezclados nos hacen creer que Dios nos avalo esa relación, cuando quizá la realidad sea otra.
Un dicho dice: “No todo lo que brilla es oro”, yo lo aplicaría a estas situaciones diciendo: “No todo lo que sientes es real”. Y digo esto, porque hazte una pregunta: ¿Cuántas veces has sentido lo mismo por alguien?, quizá sea varias ocasiones o para algunos sea la primera de varias. Y es que nosotros somos seres sentimentales, necesitamos aprecio, necesitamos sentirnos amados, queridos, respetados y todo ello muchas veces no hacen una mala jugada. Nuestros sentimientos de no ponerlos en las manos de Dios, pueden llevarnos a fracasos tras fracasos.
Hay una cosa que tienes que tener bien claro y es: DIOS no te obligo a que te enamoraras, porque lo que Dios provoca siempre es perfecto porque proviene de Él y nada que provenga de Él puede ser imperfecto.

¿Cómo hacer para lo que siento desaparezca?

No quiero engañarte, no te voy a decir que ores y que mañana ya no sentirás nada, porque a lo mejor no será así o quizá Dios le plazca hacer algo poderoso en tu vida y provoque de un día para otro ya no sientas nada por esa persona. Pero por lo general las cosas no son así y eso tienes que entenderlo. Así como para enamorarte fue un proceso de varios días, de varios detalles y de situaciones que te llevaron a sentir todo eso, así también para dejar de sentir todo eso requiere de un proceso que no será fácil, pero que eres capaz de sobrevivirlo.
Tienes que tener claro que será un proceso a mediano o largo plazo, pero que al final tu corazón quedara curado por completo y estará listo para ser visitado en su tiempo.

En ese proceso tienes que respetar varias cosas, entre ellas:

• Busca de Dios diariamente, lo primero y lo mas importante en todo esto es la comunión que tienes que tener con el Señor, lee la Biblia, reflexiona en ella, habla con Dios en oración, congrégate y si tienes algún talento sírvele al Señor en alguna área, todo ello te ayudara a estar fortalecido espiritualmente en todo este proceso.
• No le llames por teléfono.
• No envíes ningún mensaje de texto, ni siquiera para saber cómo esta o saludar a esa persona, porque tú muy bien sabes que eso puede provocar comentarios que te confundirán más y el proceso se alargara.
• Cuidado con tus comentarios en Facebook, Twitter, MSN u otras redes sociales, no des entrada a cosas que te confundan y te hagan más largo y doloroso este proceso.
• Si te lo encuentras por la calle, salúdalo nada más y no des lugar a conversaciones largar, ni mucho menos a conversaciones de recuerdos. Porque tú muy bien sabes que los sentimientos se alborotan cuando te encuentras con alguien por el cual sentiste algo en algún momento y recordar esos momentos hacen que tus sentimientos se alboroten y las dudas vuelvan y entonces el proceso se hará más largo.
• Distrae tu mente, sale con tus amigas o amigos, practica un deporte, haz algo, no te quedes solo mucho tiempo porque darás lugar a que pensamientos sobre eso te ataquen todo el día. Entre más utilizas tu tiempo libre para realizar diversas actividades será mejor.

NO TODO ESTA PERDIDO.

Hay algo importante en todo esto y es el hecho de entender que el hecho que no hayas sido correspondida o correspondido como querías, no significa que es todo para ti en el amor y que jamás te enamoraras de nuevo.
Un error no significa que todo está acabado. Tú fuiste creado por Dios y El sabe que no es bueno que este solo, por eso te creó una ayuda idónea, un complemento perfecto para ti y el cual existe en algún lugar, solo que aun no ha llegado el tiempo en que se muestre como tal a tu vida.
A veces el verdadero amor está más cerca de lo que pensamos, pero nuestra vista es limitada y vemos lo que queremos ver, cuando quizá no nos estamos dando cuenta lo hermoso que es Dios poniéndonos personas que realmente te amaran tal y como eres, que te respetaran, que te apoyaran y que serán para ti tu complemento perfecto.
Princesa de Dios, tu naciste para ser conquistada por un Príncipe de Dios, esa persona que será de parte de Dios y que te hará sonreír porque te darás cuenta que es tu complemento perfecto. No llores mas, no creas que tu oportunidad se te fue, ni que Dios te quito esto o lo otro, al contrario, Dios tiene planes más perfectos de los que tu tenias para ti misma. Los de El son hermosos y no tienen probabilidad de error, porque todo lo hace en su tiempo, el cual es perfecto.
Hoy te invito a que te levantes y comprendas que lo que viene será mejor de lo que un día pensaste, porque así es Dios, porque así lo ha planeado para tu vida, porque su objetivo es verte feliz porque eres la niña de sus ojos y porque te ha amado con amor eterno, ¡Vamos! No llores más, porque lo que pronto recibirás será uno de los mejores regalos que Dios te ha otorgado.

¡Dios no se ha olvidado de ti!

Autor: Enrique Monterroza

lunes, 6 de junio de 2011

¿ES JESUS EL MOTIVO DE TU CORAZON?

Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose dijo: Señor, ¿No te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estas con muchas cosas. Pero solo una es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no será quitada.
Lucas 10:40-42
El comienzo de este pasaje relata que Jesús estaba yendo de camino y entró a una aldea y una mujer llamada Marta le recibió en su casa; sin embargo después vemos que a pesar de que fue Marta quien le recibió y le abrió la puerta de su casa, en realidad no le dio mucha importancia a su huésped y que estaba mas preocupada por los quehaceres de la casa, es decir por las apariencias o quizás que iba a pensar Jesús de ella si la casa no cumplía con los requisitos de orden y limpieza necesarios, por lo que no me extraña que le pidiera a Jesús interviniera para que su “egoísta” hermana le ayudara, pues esto sucede en todas las familias, aun en nuestros días; lo que es importante para unos no es importante para otros.
Esto me hizo recordar que en días pasados, mientras estaba preparándome para ir al trabajo, estaba pensando en una reunión a la que me habían invitado para el fin de semana unas personas a las que conozco, pero que se que no les caigo bien y que hablan de mi y me critican, yo supongo que porque muy pocas veces me reúno con ellos en sus fiestas privadas, por lo que se me ocurrió que a esta ultima me iba a aparecer de repente y ver la cara de sorpresa y desconcierto que iban a poner; esto a la verdad me pareció muy divertido y quería hacerlo solo por el placer de fastidiarlos, pero de inmediato escuché y sentí la voz del Espíritu Santo, cuestionándome acerca de los motivos de mi corazón (por supuesto no los correctos) y preguntándome que iba yo a obtener con ello; me sentí avergonzada, pues en primer lugar el motivo de mi corazón no era Jesús y segundo porque el tiempo en total que iba a gastar para ir allá, en realidad podría utilizarlo de mejor manera.
¿Es Jesús el motivo de tu corazón? Parece una pregunta simple pero no lo es, de hecho, la vida se trata de elecciones, de elegir entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, lo necesario y útil y lo inútil e innecesario, entre lo provechoso y lo que es desperdicio; en todo el mundo hay cientos y miles de creyentes y aun creyentes de largo tiempo en el cristianismo que aun no hemos aprendido a elegir lo necesario y correcto; muchas veces no sabemos elegir lo correcto y necesario y en un momento dado podríamos creer o sentir que nuestra vida es como una veleta guiada por el viento y no saber exactamente a donde se dirige; muchos piensan y actúan guiados por sus pensamientos y sentimientos y motivados por su entorno y circunstancias, creando una cadena de acontecimientos que los mantienen enredados en las cosas de la vida y absorbiendo su atención en un ciento por ciento, no permitiendo que la nueva vida de Dios a través de Su Espíritu, crezca y se desarrolle dentro de sus vidas.
Seria bonito y lo correcto que una vez que le abrimos la puerta de nuestro corazón e invitamos a Jesús a entrar a nuestra vida, le dediquemos un poco de mas atención y no nos dejemos absorber totalmente de nuestra trajinada vida; no se trata de dejar de hacer lo que hacemos, sino de ser conscientes de ello, de porque y para que hacemos lo que hacemos, es decir cuál es la motivación y cuales son nuestros objetivos; esto nos ayudara a ahorrar mucho tiempo y a invertirlo de una mejor manera para que pueda distribuirse correctamente entre las cosas prioritarias, urgentes, necesarias, útiles y convenientes.
El Devocional de hoy hermanos, comienza con una pregunta: ¿Es Jesús el motivo de tu corazón? Y para responderla es necesario observar cómo gastamos nuestro tiempo y nuestra vida y escudriñar nuestro interior de la misma forma que Dios escudriña nuestra mente y nuestro corazón y comenzar a desechar todo aquello que es verdaderamente inútil, que no produce frutos, resultados o que no agradan a Dios, que van en contra de Su Palabra o que simplemente no lo honran en nuestra vida.
Lo ideal sería aprovechar sabiamente el tiempo y distribuirlo inteligentemente entre los negocios y quehaceres de la vida y los asuntos y negocios de Dios, velando para que sea el Espíritu Santo quien siempre esté presente y que detrás de todos los motivos de nuestro corazón este Jesús, haciendo todo como si lo hiciéramos para él y con él.
Valoremos y evaluemos cada pensamiento, cada sentimiento, cada acción, cada situación, cual es nuestro papel, ¿Cómo afectara ese acto tu entorno? ¿Que beneficios te traerá? ¿Porque y paraqué lo haces? ¿Cual es tu motivación y cual es el objetivo de lo que haces?
Abramos nuestros oídos y siempre estemos atentos a escuchar la voz de Dios, pues El nos habla a través de su Santo Espíritu y seamos facilitadores de la labor del Espíritu Santo en su encomiable labor de santificación, restauración y perdón, sometiendo nuestra voluntad a la voluntad perfecta de Dios, porque no hay lugar a donde podamos ir o donde podamos escondernos de Su presencia y El acabará la obra que ha comenzado en todos y cada uno de nosotros; así que no tenemos escapatoria y entre mas demoremos en entenderlo, mas doloroso va a ser el proceso.

Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.

Jeremías 17:10

¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a donde huiré de tu presencia?

Salmo 139:7
Autora: Hefzi-ba Palomino

jueves, 2 de junio de 2011

Los 7 Hábitos de las Familias Altamente Efectivas

¿Qué tan efectivo es usted dentro de la organización más importante del mundo, su familia?
En el libro Los siete hábitos de las familias altamente efectivas, de Stephen R. Covey, el autor recomienda desarrollar los siguientes hábitos para mantener las prioridades claras.
Hábito #1: “Sea proactivo” Si usted se irrita fácilmente y tiende a criticar, probablemente su “botón de pausa” no está funcionando bien.”
Covey dice que el “botón de pausa” evita que culpemos a los demás o que nos hagamos las víctimas. La idea es tranquilizarse y reaccionar con base en nuestros principios y valores, y no con la emoción o condición. Por ejemplo, en lugar de darle un manazo al hijo menor por haberle dado un manazo a su hermana, tranquilícese y verá como se encuentra en la capacidad de encontrar otra consecuencia por el acto de su hijo.
Hábito #2: “Comenzar con el fin”
Generalmente consideramos que las familias no deberían de tener una orientación definida, como la tienen las grandes compañías; sin embargo, se pueden beneficiar al crear una misión.  Covey dice que al hacerlo la visión familiar se puede convertir en una realidad. La misión de la familia puede ser una palabra, una frase, un símbolo o algo escrito en poesía o prosa. La idea es involucrar a toda la familia en este proyecto.
Hábito #3: “Pongamos lo primero de primero”
En un mundo donde la mayoría de los niños pasan más de 5 horas al día viendo TV y 5 minutos con sus padres, es obvio que nuestras prioridades están erradas. Covey dice que la gente debería guiarse por los propósitos, y no por las agendas o las fuerzas que los agobian.  El autor sugiere organizar momentos familiares que impliquen actividades de “uno a uno”.
Hábito #4: “Piense en ganar-ganar”
Con el sistema de ganar-ganar la mentalidad implica pensar en “nosotros” en lugar de “yo”. El objetivo es cooperar y buscar soluciones para ambas partes para que ambos se sientan ganadores.
Si se llega con la idea de que solo una parte puede ganar (ganar-perder), entonces no habrá un esfuerzo para cooperar en la solución del problema. Lo mismo ocurre si se piensa que ya se va a perder (perder-ganar), se cae en la posición de mártir y surge el resentimiento. El principio de ganar-ganar promueve lo siguiente: “Lo que es importante para otra persona, debe ser tan importante para la otra persona, como lo es para usted”
Hábito #5: “Busque primero comprender, luego ser comprendido”
Este hábito requiere mucho auto control, particularmente para personas muy ocupadas, porque es difícil disminuir el ritmo para considerar la perspectiva de las demás personas. Si más personas pudieran controlarse así, nuestro mundo sería ciertamente más civilizado.
Hábito #6: “Utilice la sinergia”
Como dice Covey, “utilizar la sinergia no es solo trabajo en equipo o cooperación. La sinergia implica trabajo creativo en equipo y en cooperación. Es crear algo nuevo que antes no estaba ahí.
La sinergia proviene de una mentalidad que promueve un pensamiento de ganar-ganar, y que busca primero comprender y luego ser comprendido.  En la sinergia, las diferencias se celebran. Es tener la capacidad de decir sinceramente, “El hecho de que en nuestra relación veamos la situación de manera diferente es una fortaleza, no una debilidad.”
Hábito #7: “Renovación Familiar”
Como un jardín, la familia requiere de cuidado. Covey dice que las cenas familiares son una tradición importante, así como lo son las vacaciones y feriados en familia.
Compartir tiempo juntos renueva y mantiene el espíritu familiar.
Fuente: Kenneth Madriz, Juventud Online
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...