sábado, 31 de marzo de 2012

A PRUEBA

Hay situaciones que se presentan a nuestra vida que siendo sinceros, ponen a prueba nuestra confianza en Dios en el sentido que en ocasiones pensamos que Dios se ha olvidado de nosotros o que Dios no tiene el control de eso que estamos viviendo.
A veces la prueba se presenta muy fuerte y nos hace dudar de que Dios este interesado en nuestros problemas, pensamos por un momento que estamos solos y que no hay nadie que pueda ayudarnos a salir de esa.
Y es que cuando nos enfocamos en lo grande del problema o lo difícil de la prueba, nos sorprendemos y hasta cierto punto nuestra fe se tambalea al tratar de pensar el cómo solucionar eso en el sentido humano, pero al no encontrar una respuesta lógica al problema, tendemos a dudar sobre si podremos superar o no esa situación.
El Apóstol Pedro nos aconseja diciendo:

“Queridos hermanos en Cristo, no se sorprendan si tienen que afrontar problemas que pongan a prueba su confianza en Dios. Eso no es nada extraño. Al contrario, alégrense de poder sufrir como Cristo sufrió, para que también se alegren cuando Cristo regrese y muestre su gloria y su poder”.

1 Pedro 4:12-13 (Traducción en lenguaje actual)
Hay algo que todos debemos de tener muy claro, y es el hecho que mientras estemos acá en la tierra diariamente nos enfrentaremos a situaciones que pondrán a prueba nuestra fe y nuestra confianza en Dios.
Si tú esperas a que todo en la vida sea fácil y sencillo, pues quiero decirte que habrán momentos en los que sentiremos que no podemos mas, que habrán momentos en los que vamos a querer que Dios quite de nosotros esos problemas que nos tocaran enfrentar. Llegaran momentos en los que hasta dudaremos sobre lo que Dios puede hacer en nuestra vida, pero a pesar de que nuestra mente se rehúse a creer en lo que Dios es capaz de hacer, debemos de seguir creyendo en que Él está interesado en nosotros y que Él tiene el control de todo a pesar que lo que vemos es lo contrario.
Quizá hoy en día estas enfrentando una prueba muy fuerte que ha puesto en duda tu fe y confianza en Dios, sin embargo déjame decirte que nunca habrá algo en tu vida que pueda más que Dios, que no hay nada en el mundo más fuerte que el poder de Dios y lo lindo de todo esto es que Dios esta de tu lado y si Él esta de tu lado tienes una victoria segura.
No te asustes si las cosas van mal, no te sorprendas si hay un silencio largo en tu vida, no te desesperes si estas pasando por uno de los desiertos más temibles de tu vida, porque aun y con todo eso, Dios está muy interesado en ti, Él tiene los ojos puestos en tu vida, no te dejara morir, Él actuara en tu vida, en el momento preciso se mostrara a través de lo que estás viviendo y eso que ahora ves como una prueba muy grande y difícil, se convertirá en una experiencia que ayudo a tu crecimiento espiritual y te fortaleció para ser de bendición a muchos más.
Lo que hoy estás viviendo nada mas está sirviendo para poner a prueba tu confianza en Dios y fortalecerla, pero lo lindo de todo esto, es que Dios te ha dotado de la capacidad suficiente para salir victorioso de cualquier situación, porque Él está contigo, pues la Palabra de Dios dice: “Sólo nos queda decir que, si Dios está de nuestra parte, nadie podrá estar en contra de nosotros” Romanos 8:31 (Traducción en lenguaje actual).
Hoy quiero invitarte a que te levantes de ese estado de ánimo que ha permanecido en tu vida los últimos días, hoy quiero invitarte a que mires a Dios y puedas apropiarte con toda convicción de las siguientes palabras:

“Miren, Dios ha venido a salvarme. Confiaré en él y no tendré temor. El SEÑOR Dios es mi fuerza y mi canción; él me ha dado la victoria»”.

Isaías 12:2 (Nueva Traducción Viviente)

¡Dios te ha dado la Victoria! Así que: ¡Levántate y Confía!

Autor: Enrique Monterroza

miércoles, 28 de marzo de 2012

EL MILAGRO DEL AMOR DE DIOS

Los milagros forman parte de nuestra vida cotidiana; cada uno de nosotros es un milagro; la vida es un milagro, la salud es un milagro, poder ver, cantar, reír, soñar. Vivimos en medio de un milagro, y tal vez nunca lo hemos valorado. Cada día asómbrate, admírate de tantas cosas con la cuales convives y tal vez te has acostumbrado, todas ellas forman parte de este milagro que es la vida y que eres tú, no dejes de compartirlas con los demás.

Como cualquier madre, cuando Karen supo que un nuevo bebé venía en camino hizo todo lo posible para ayudar a su otro hijo, Michael, de tres años de edad, para prepararse para la llegada del bebé. Los exámenes mostraron que era una niñita, y todos los días Michael cantaba cerca de la barriga de su madre. Él ya amaba a su hermanita antes de nacer.

El embarazo se desenvolvió normalmente. En el tiempo programado, vinieron las contracciones. Primero, cada cinco minutos; después cada tres; luego, a cada minuto una contracción. Mas de pronto, surgieron algunas complicaciones y el trabajo de parto de Karen demoró horas, todos discutían la necesidad probable de hacer una cesárea, hasta que al fin, después de mucho tiempo, la hermanita de Michael nació.

Con la sirena al máximo, la ambulancia llevó a la recién nacida a terapia intensiva neonatal del Hospital de Saint Mary. Los días pasaban... y la pequeñita empeoraba. El médico les dijo a sus padres: Prepárense para lo peor. Hay pocas esperanzas.

Karen y su marido comenzaron entonces, los preparativos para el funeral. Algunos días antes ellos estaban arreglando el cuarto para esperar al nuevo bebé, hoy... los planes eran otros. Mientras esto sucedía, Michael, todos los días, pedía a sus padres que lo llevasen para conocer a su hermanita: "Yo quiero cantar para ella", les decía. La segunda semana de terapia intensiva llegó, y se esperaba que el bebé no sobreviviese hasta el final de ésta. Michael continuaba insistiendo con sus padres para que lo dejasen cantar para su hermana, pero los niños no eran permitidos en terapia intensiva. Entonces, Karen se decidió. Ella llevaría a Michael al hospital de cualquier manera. Él no había visto a su hermana y, si no fuese hoy, tal vez mañana ya no la vería con vida.
Ella vistió a Michael con una ropa un poco mayor, para disfrazar su edad, y se dirigió rumbo al hospital. La enfermera no permitió que el pequeño entrase y exigió que ella lo retirara de ahí. Pero Karen insistió "¡Él no se irá hasta que no vea a su hermanita!".

Ella llevó a Michael hasta la incubadora. Él miró para aquella pequeña personita que perdía su batalla por la vida. Después de algunos segundos mirándola, él comenzó a cantar con su voz pequeñita: "Tú eres mi sol, y mi único sol. Tú me haces feliz aún cuando el cielo está oscuro..." En ese momento, el bebé pareció revivir... Las pulsaciones comenzaron a bajar y se estabilizó.

Karen animó a Michael para que continuara cantando. "Tú no sabes, querida, cuanto te amo... por favor, no te lleves mi sol ahora..." Mientras Michael cantaba, la respiración difícil del bebé se fue tornando cada vez más suave. - ¡Continúa, querido!, pidió Karen, emocionada. - La otra noche, querida, yo soñé que tú estabas en mis brazos...- y el bebé se comenzó a relajar. - Canta un poco más Michael- pedía su madre. La enfermera comenzó a llorar... -Tú eres mi sol, mi único sol. Tú me haces feliz aun cuando el cielo está oscuro... por favor, no te lleves mi sol ahora...

Al día siguiente, la hermanita de Michael ya se había recuperado y en pocos días se fue para su casa... El Woman´s Day Magazine llamó a esta historia "El milagro de la canción de un hermano". Los médicos lo llamaron simplemente "milagro". Karen le llamó "el milagro del amor de Dios".
El amor es increíblemente poderoso. Es más poderoso que la muerte.
Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net

domingo, 25 de marzo de 2012

Cada uno de nosotros es un grano de trigo


Podremos hacer muchas cosas o tener grandes posesiones, pero nunca debemos perder de vista que lo importante es el bien que hacemos a los demás. Ésa tiene que acabar siendo nuestra más importante y auténtica riqueza.

Dios ama al que da con alegría, y en el Evangelio escuchábamos una parábola de nuestro Señor sobre este darse. Darse significa que, como el grano de trigo, uno tiene que caer en la tierra y pudrirse para dar fruto. Es imposible darse con comodidad, es imposible darse sin que nos cueste nada. Al contrario, el entregarse verdaderamente a los demás y el ayudar a los demás siempre nos va a costar.

Vivimos en un mundo de muchas comodidades, y no sé si nosotros seríamos capaces de resistir el sufrimiento, cuando cosas tan pequeñas, tan insignificantes, a veces nos resultan tan dolorosas. La fe nos pide ser testigos de Cristo en la vida diaria, en la caridad diaria, en el esfuerzo diario, en la comprensión diaria, en la lucha diaria por ayudar a los demás, por hacer que los demás se sientan más a gusto, más tranquilos, más felices. Ahí es donde está, para todos nosotros, el modo de ser testigos de Cristo.

Tenemos que entregarnos auténticamente, entregarnos con más fidelidad, entregarnos con un corazón muy disponible a los demás. Cada uno tiene que saber cuál es el modo concreto de entregarse a los demás. ¿Cómo puedo yo entregarme a los demás? ¿Qué significa darme los demás?

Ciertamente, para todos nosotros, lo que va a significar es renunciar a nuestro egoísmo, renunciar a nuestras flojeras, renunciar a todas esas situaciones en las que podemos estar buscándonos a nosotros mismos.

Jesucristo nos dice en el Evangelio que todo aquél que se busca a sí mismo, acabará perdiéndose, porque acaba quedándose nada más con el propio egoísmo. La riqueza de la Iglesia es su capacidad de entrega, su capacidad de amor, su capacidad de vivir en caridad. Una Iglesia que viviese nada más para sí misma, para sus intereses, para sus conveniencias sería una Iglesia que estaría viviendo en el egoísmo y que no estaría dando un testimonio de fe. Y un cristiano que nada más viva para sí mismo, para lo que a uno le interesa, para lo que uno busca, sería un cristiano que no está dando fruto.

Dios da la semilla, a nosotros nos toca sembrar. Dios nos ha dado nuestras cualidades, a nosotros nos toca desarrollarlas; Dios nos ha dado el corazón, el interés, la inteligencia, la voluntad, la libertad, la capacidad de amar; pero el amar o el no amar, el entregarnos o no entregarnos, el ser egoístas o ser generosos depende sola y únicamente de nosotros.

Es en la generosidad donde el hombre es feliz, y es en el egoísmo en donde el hombre es auténticamente desgraciado. Aunque a veces la generosidad nos cueste y nos sea difícil; aunque a veces el ser generosos signifique el sacrificarnos, es ahí donde vamos a ser felices, porque sólo da una espiga el grano de trigo que cae en la tierra y se pudre, se sacrifica, mientras que el grano de trigo que se guarda en un arcón acaba estropeándose, se lo acaban comiendo los animales o echándose a perder.

Cada uno de nosotros es un grano de trigo. Reflexionemos y preguntémonos: ¿Quiero echarme a perder o dar frutos? Y recordemos que sólo hay dos tipos de personas en esta vida: los que quieren echarse a perder y se guardan para sí mismos en el egoísmo; o los que entregándose, acaban por dar fruto.

Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net

miércoles, 21 de marzo de 2012

El cuadro de tu vida

En ese lugar sola o solo, pensando una y otra vez lo mismo, ese pensamiento que ha cautivado tu mente y que lo menos que hace es hacerte sonreír.
Sentir muy cerca el olor a fracaso, sentir el temor de ser derrotado, sentirte abandonado, solitario y sin importancia, creer que esta vez sí será peor que todas las otras veces.
Tú rostro últimamente refleja lo que tu corazón siente, lo abatida que tu alma esta. Desde hace días el brillo de tus ojos se ha apagado porque no ves más que problemas y más problemas.
Las lágrimas se han convertido en tu mejor amiga por las noches, el sollozo de tu llanto es la única melodía que se escucha mientras tratas de conciliar el sueño.
Quisieras dormir y que al día siguiente todo volviera a la normalidad, quisieras despertar y que todo estuviera superado, pero al abrir tus ojos por la mañana te das cuenta que todo sigue igual a como estaba la noche anterior y eso no hace más que sumar a la desesperación que en estos instantes sientes.
Me imagino a Dios observando todo el cuadro de tu vida, apoyando su barbilla en sus brazos cruzados sobre esa ventana del cielo. Observando cada cosa, callando, en silencio, en momentos preocupados al notar tu desesperación, pero a la vez tranquilo porque el Pintor de ese cuadro es Él.
Para cualquier persona, incluso para ti, todo el cuadro de tu vida pinta mal. Cualquier podría decir que todo está arruinado, que todo está acabado, que no hay forma de que las cosas mejoren o que no hay probabilidad de salir victorioso de esta.
Sin embargo, tú no eres el que decide como esto terminara, ni siquiera las personas más críticas que en este momento no hacen más que sumar a tu desesperación diciéndote palabras que lo único que hacen es abonar a tu tristeza.
El único que puede decidir el final de ese cuadro es DIOS, nuestro Creador, el Soberano, el Todopoderoso, el Dios Creativo y Detallista que tenemos, ese Dios que se preocupa por las necesidades de su pueblo y que tiene cada cosa bajo control.
Ese Dios que es un Artista de primera, que se lucio creando todo lo que existe, que hizo cada cosa con detalles únicos y especiales, ese Dios que nunca ha perdido una guerra y que ha prometido estar con nosotros todos los días de nuestra vida, ese DIOS es el único que puede cambiar el cuadro de tu vida.
En el  momento indicado, sin desesperarse ni apresurarse, sino en el momento exacto, Él sacara su pincel, y comenzara a dar forma a ese cuadro de tu vida, ese pincel que pondrá cada cosa en su lugar, ese pincel que desde el principio de la creación se lucio y que ha hecho todo perfecto en su tiempo.
El cuadro de tu vida no necesariamente es el que en este momento refleja, el cuadro de tu vida no será ni la sobra de lo que en este momento es cuando Dios con su pincel sobrenatural comience a pintar cada detalle, aun aquellos que a ti mismo se te han escapado, pero a Él no. Cuando esa obra esté terminada será digna de ser expuesta en el mejor museo que existe, en el museo de la FE.
¡Vamos! ¡Confía!, no des todo por perdido, no creas que todo está acabado, saca lo último que te queda de FE y cree en lo que Dios puede y quiere hacer en tu vida. Solamente no te desesperes, no te rindas, solamente confía en que el cuadro de tu vida será perfeccionado por Dios mismo.

¡Dios es un Artista de primera y sus obras terminadas son Maravillosas!

¡Él tiene todo bajo el control de su pincel creativo!

“Sin embargo, Dios lo hizo todo hermoso para el momento apropiado”
Eclesiastés 3:11a (Nueva Traducción Viviente)
“Entonces Dios miró todo lo que había hecho, ¡y vio que era muy bueno!”
Génesis 1:31a (Nueva Traducción Viviente)
“Él hace grandezas, demasiado maravillosas para comprenderlas, y realiza milagros incontables”
Job 5:9 (Nueva Traducción Viviente)
Autor: Enrique Monterroza

lunes, 19 de marzo de 2012

Disfruta lo que tienes, mientras esperas lo que quieres

Una de las cosas que la mayoría de las personas tenemos en común es siempre estar esperando algo, un acontecimiento, una respuesta, un comienzo o un final, cosas personales, sentimentales, familiares, profesionales, todos y cada uno de los sueños y metas que queremos ver realizados pero que aunque deseamos con tantas ganas y entusiasmo, algunas otras veces son motivos de tristeza y desanimo.
Estar a la espera de algo deseado también puede convertirse en algo que produce todo menos alegría, pues saber que por el momento no lo tenemos nos hace sentir inconformes o que nos falta algo, y eso muchas veces sin darnos cuenta comienza a hacernos daño, a veces dejamos de disfrutar lo que tenemos por dedicarnos solo a pensar en lo que queremos, y es que  pasamos tanto tiempo pensando en eso que lo demás algunas veces hasta deja de ser importante.
Hace varios días leí una frase en Facebook que decía: “disfruta lo que tienes, mientras esperas lo que quieres”, eso me hizo pensar que aunque es bueno tener deseos y esperar cosas mejores, también lo es disfrutar de lo presente, y agradecer a Dios por ello.
Puede ser que hoy estas pasando por una necesidad, tal vez lleva poco tiempo o tal vez mucho, según tu perecer, pero si has puesto tu confianza en Dios no hay nada de que preocuparse, no hay por que estar triste, no importa el tiempo, no importa el lugar, la respuesta llegará en el momento perfecto, lo único que tienes que hacer es DISFRUTAR de lo que hoy tienes y ESPERAR lo que sin duda vendrá y Dios te mostrará una vez mas que toda espera tiene su recompensa.

¿Porqué voy a desanimarme?, ¿Por qué voy a estar preocupado?, mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando, ¡Él es mi Dios y mi salvador!

Salmos 42:5 (DHH)

Autora: Maite Leija

sábado, 17 de marzo de 2012

ABC CRISTIANO

Alaba a Dios en cada circunstancia de la vida.
Busca la excelencia, no la perfección.
Cuenta tus bendiciones en vez de sumar tus penas.
Devuelve todo lo que tomes prestado.
Encomienda a tres personas cada día.
Fíate de Dios de todo corazón y no confíes en tu propia inteligencia.
Gózate con los que gozan y llora con los que lloran.
Haz nuevos amigos pero aprecia a los que ya tienes.
Invita a Cristo a ser tu Señor y Salvador.
Jamás pierdas una oportunidad de expresar amor.
Lee tu Biblia y ora cada día.
Mantente alerta a las necesidades de tu prójimo.
No culpes a los demás por tus infortunios.
Olvida las ofensas y perdona así como Dios te perdona.
Promete todo lo que quieras; pero cumple todo lo que prometes.
Que se te conozca como una persona en quien se puede confiar.
Reconoce que no eres infalible y discúlpate por tus errores.
Sé la persona más amable y entusiasta que conoces.
Trata a todos como quisieras que te traten.
Únete al ejército de los agradecidos.
Vístete de misericordia, humildad y paciencia.
Y no te olvides de soportar a los demás como a ti te soportan.
Záfate de las garras seductoras de Satanás.
Y lo mejor llénate del amor de Dios, que todo lo puede y está dispuesto a amarte siempre.

martes, 13 de marzo de 2012

SUSPIRO DE GRATITUD

En esta vida todo lo que se necesita para ser feliz tiene nombre y se llama ¡Cristo!
En Él está todo, al meditar en su palabra, en sus promesas, en su sacrificio y en su fidelidad, ¡NO HAY PALABRAS! No hay nada que decir, es solamente el corazón rendido a Él, el que conoce cada uno de los corazones puede conocer nuestra disposición y solo ver y sentir nuestro Suspiro de Gratitud.
Ese suspiro que sale desde lo más profundo de nuestro corazón, reconociendo que no debemos afanarnos por absolutamente nada, porque sabemos en quien hemos puesto la confianza, porque fuera de Él no hay nada más, porque ya no hay nada pasajero que buscar, al único a quien debemos buscar es a nuestro precioso Jesús, que es con quien nos sentimos libres, llenos de Él, con gozo y en él es el único en quien encontramos la plenitud.
¡Un suspiro MÁS! Por su bondad, por su amor, porque está con nosotros todos los días, porque lo prometió, porque es el Dios de mi vida y el de la tuya también.
Bueno, suspiramos cuando estamos enamorados, entonces, ¿Cómo se sentiría El al saber que suspiramos por El? Es un gran gesto de agradecimiento por todo lo que ha hecho por cada uno de nosotros.
Suspiremos todos los días por El, buscando su rostro, adorándole, apasionados por su presencia donde se encuentra la solución a cualquier aflicción, y el nos llenara de pasión, amor y gozo en nuestras vidas para que durante el día suspiremos mirando el cielo.
Bendice, alma mía, a Jehová,
Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias;
El que sacia de bien tu boca
De modo que te rejuvenezcas como el águila.
Salmos 103: 1-5
Autora: Kari Gazo

miércoles, 7 de marzo de 2012

¿Por qué dudas de tu llamado?


Los últimos días has andado pensando si realmente fuiste llamado para eso que tanto te apasiona o si realmente no. A tú mente han venido muchos pensamientos que te quieren llevar a pensar que esto no es lo tuyo.
Te has sentido mal, hay una inconformidad rondando tu corazón, han sido días en los cuales se te ha visto muy pensativo y poco a poco la sonrisa de tu boca se ha estado borrando.
Quizá quisieras ver mejores resultados en lo que haces, a veces quisieras que las cosas fueran diferentes a como son actualmente; no ver lo que te gustaría ver te hace pensar también que quizá no fuiste llamado para esto.
Durante días has andado en tu mente la intención de renunciar a esto que en su momento fue uno de tus mayores logros, a pesar que no quisieras hacerlo, hay algo que te está impulsando a renunciar y dejar a un lado lo que tantas alegrías te ha dado.
Mientras ni siquiera lo esperabas, Dios te trajo acá, quito todo prejuicio de tu mente y corazón, dispuso todo tu ser para ser receptible a un mensaje tan sencillo, pero a la vez profundo porque quedara marcado en tu corazón, Él te dice este día:
“Ustedes no fueron los que me eligieron a mí, sino que fui yo quien los eligió a ustedes…”
Juan 15:16a (Traducción en lenguaje actual)
¿Por qué dudas de tu llamado?, ¿Por qué quieres renunciar?, ¿Por qué tirar la toalla ahora?, ¿Acaso no fue Dios mismo quien te llamo y te puso allí?, ¿Te duele las críticas?, ¿No ves los resultados que quisieras ver?, ¡Descansa!, porque Dios te quiere recordar algo importante:
“te he llamado desde los confines de la tierra, diciéndote: “Eres mi siervo”. Pues te he escogido y no te desecharé”.
Isaías 41:9 (Nueva Traducción Viviente)
Amado hermano, amada hermana, fue Dios quien un día te vio y mas allá de ver en ti los defectos que tenias, Él vio las virtudes que estaban en ti, que al ser desempolvadas y puestas en práctica para su obra seria de mucha utilidad. Ese mismo Dios que te vio, te llamo, te perdono y te puso allí, ese mismo Dios es el que hoy te dice: ¿Por qué dudas de tu llamado?
Fue Él quien te llamo y te puso allí, las criticas que puedas recibir no te las hacen a ti, se las hacen a Él quien fue quien te puso en ese lugar, quien creyó en ti, quien te ha respaldado hasta el día de hoy y quien no te dejara, no te soltara, sino que te ayudara.
“No tengas miedo, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré; te sostendré con mi mano derecha victoriosa”.
Isaías 41:10 (Nueva Traducción Viviente)
Hoy es un día especial para que recapacites, para que te des cuenta lo bendecido que eres de haber sido llamado por Dios para hacer lo que tanto te gusta hacer. Hoy es un hermoso día para valorar lo que Dios ha hecho por ti y lo que tú ahora quieres hacer por Él.
No dudes mas de tu llamado, porque cuando Dios te vio, miro en ti la capacidad que tenias para realizar lo que te puso a hacer, así que ¡Adelante!, ¡No te detengas! ¡Ve y haz lo que Dios te mando a hacer!
No veas a ningún lado, no veas hacia atrás, y si en algún momento te detienes que solo sea para tomar aire y recobrar fuerzas, pero nunca para retroceder o rendirte, porque tú no eres de los que se rinden, tú no eres de los que retroceden, tú eres de los que avanzan frente a cualquier circunstancia que se te pueda presentar, tú eres de los que siempre sacan algo bueno en medio de lo malo, de los que han aprendido a valorar lo que Dios ha hecho, de los que dejan que Dios los use como Dios quiera, de los que confían sin dudar en que Dios cumplirá su propósito final en ustedes. ¡Vamos! ¡Sigue Adelante!
Jamás dudes de su llamado, al contrario, siéntete doblemente bendecido por haber sido tomado en cuenta por Él para un trabajo específico.

¡Tú fuiste llamado por Dios!

Autor: Enrique Monterroza

sábado, 3 de marzo de 2012

Amar como Cristo nos ama

La generosidad es una de las virtudes fundamentales del cristiano. La generosidad es la virtud que nos caracteriza en nuestra imitación de Cristo, en nuestro camino de identificación con Él. Esto es porque la generosidad no es simplemente una virtud que nace del corazón que quiere dar a los demás, sino la auténtica generosidad nace de un corazón que quiere amar a los demás. No puede haber generosidad sin amor, como tampoco puede haber amor sin generosidad. Es imposible deslindar, es imposible separar estas dos virtudes.

¿Qué amor puede existir en quien no quiera darse? ¿Y qué don auténtico puede existir sin amor? Esta unión, esta intimidad tan estrecha entre la generosidad y la misericordia, entre la generosidad y el amor, la vemos clarísimamente reflejada en el corazón de nuestro Señor, en el amor que Dios tiene para cada uno de nosotros, y en la forma en que Jesucristo se vuelca sobre cada una de nuestras vidas dándonos a cada uno todo lo que necesitamos, todo lo que nos es conveniente para nuestro crecimiento espiritual.

Este darse de Cristo lo hace nuestro Señor a costa de Él mismo. Como diría San Pablo: "Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hiciesen ricos con su pobreza". Ésta es la clave verdadera del auténtico amor y de la auténtica generosidad: el hacerlo a costa de uno.

En el fondo, podríamos pensar que esto es algo negativo o que es algo que no nos conviene. ¡Cómo voy yo a entregarme a costa mía! ¡Cómo voy yo a darme o a amar a costa mía! Sin embargo, es imposible amar si no es a costa de uno, porque el auténtico amor es el amor que es capaz de ir quebrando los propios egoísmos, de ir rompiendo la búsqueda de sí mismo, de ir disgregando aquellas estructuras que únicamente se preocupan por uno mismo. ¡Qué diferente es la vida, qué diferente se ve todo cuando en nuestra existencia no nos buscamos a nosotros y cuando buscamos verdadera y únicamente a Dios nuestro Señor! ¡Cómo cambian las prioridades, cómo cambia el entendimiento que tenemos de toda la realidad y, sobre todo, cómo aprendemos a no conformarnos con amar poquito!

Esto es lo que nuestro Señor nos dice en el Evangelio: "Antiguamente se decía: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo". Esto es amar poquito, amar con medida, amar sin darse totalmente a todos los demás. Podríamos nosotros también ser así: personas que aman no según el amor, sino según sus conveniencias; no según la entrega, sino según los propios intereses. Cuando Cristo dice: "Si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso también los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso también los paganos?", lo que nos está diciendo: ¿no hacen eso también aquellos a los que solamente les interesa la conveniencia o el dinero? Te doy, porque me diste; te amo porque me amaste.

El cristiano tiene que aprender a abrir su corazón verdaderamente a todos los que lo rodean, y entonces, las prioridades cambian: ya no me preocupo si esto me interesa o no; la única preocupación que acabo por tener es si me estoy entregando totalmente o me estoy entregando a medias; si estoy dándome, incluso a costa de mí mismo, o estoy dándome calculándome a mí mismo. En el fondo, estos dos modelos que aparecen son aquellos que, o siguen a Cristo, o se siguen a sí mismos.
Ser perfectos no es, necesariamente, ser perfeccionistas. Ser perfectos significa ser capaces de llevar hasta el final, hasta todas las consecuencias el amor que Dios ha depositado en nuestro corazón. Ser perfecto no es terminar todas las cosas hasta el último detalle; ser perfecto es amar sin ninguna medida, sin ningún límite, llegar hasta el final consigo mismo en el amor.

Para todos nosotros, que tenemos una vocación cristiana dentro de la Iglesia, se nos presenta el interrogante de si estamos siendo perfeccionistas o perfectos; si estamos llegando hasta el final o estamos calculando; si estamos amando a los que nos aman o estamos entregándonos a costa de nosotros mismos.

Estas preguntas, que en nuestro corazón tenemos que atrevernos a hacer, son las preguntas que nos llevan a la felicidad y a corresponder a Dios como Padre nuestro, y, por el contrario, son preguntas que, si no las respondemos adecuadamente, nos llevan a la frustración interior, a la amargura interior; nos llevan a un amor partido y, por lo tanto, a un amor que no satisface el alma.

Pidámosle a Jesucristo que nos ayude a no fragmentar nuestro corazón, que nos ayude a no calcular nuestra entrega, que nos ayude a no ponernos a nosotros mismos como prioridad fundamental de nuestro don a los demás. Que nuestra única meta sea la de ser perfectos, es decir, la de amar como Cristo nos ama a nosotros.

Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
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