martes, 18 de enero de 2011

Las Pausas de la Vida


¿Alguna vez te has detenido a pensar en los espacios que parecen vacíos o las pausas que la vida te presenta? ¿Has considerado que pueden ser una gran escuela si nos permitimos aprender a través de ellas. Es a través de las pausas que muchas veces nos parecen sin sentido donde nos formamos, crecemos, desarrollamos, progresamos en diversas situaciones de nuestra vida. Estos espacios dan lugar a que ejercitemos nuestra fe y saquemos de nosotros cualidades o destrezas que no sabíamos que teníamos, hasta que nos enfrentamos a esa silenciosa pausa.

Ese tiempo que nos parece muerto y en que sentimos la incertidumbre puede proporcionarnos las herramientas que harán de nosotros algo mejor. Porque ellas nos hacen receptivos a los cambios que necesitamos muchas veces experimentar para que haya crecimiento y madurez. También nos dejan un lugar para encontrarnos con sorpresas que marcaran y darán forma a nuestras vidas.

Tal vez producirán unos cambios tan significativos e importantes que harán que nuestra vida se conduzca hacia el lugar que tanto anhelamos. Ese espacio de tiempo en el que David apacentaba las ovejas de su padre, le prepararon para ser el valiente soldado de guerra que sería y para desarrollar una comunicación armoniosa con su Creador. Ese tiempo que parecía incierto permitió que Gedeón descubriera que era más valiente de lo que imaginaba y que podía marcar la diferencia en su generación. También le enseñó que no era necesario un ejército grande para ganar una guerra, sino que era necesario contar con gente atenta y más que nada que tenían que contar con el respaldo de Dios.

Ese espacio de 40 días en el desierto en ayuno y oración, fueron los que fortalecieron a Jesús para vencer al enemigo cuando intentó tentarlo. Jacob y Esaú requirieron de tiempo para luego poder reencontrarse, perdonarse y reconciliarse. Es que a veces vemos el tiempo como una cadena perpetua, pero también tenemos que aprender a verlo como un gran maestro que nos enseña y entrega herramientas para poder lidiar con los desafíos que la vida nos presenta. Aún de aquel doloroso periodo que tuvo que enfrentar Job sirvió para que conociera a un Dios totalmente diferente, en otra dimensión y esfera. De tal manera que pudo exclamar lo que dice Job 42:5 “de oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven”. Sacar lo precioso de lo vil, lo bueno de lo malo; no es tarea fácil. Pero como alguien dijo alguna vez: “en Cristo tenemos un sinfín de esperanza no una esperanza sin fin”.

Quizás este periodo que hoy te encuentres atravesando y que tantos dolores de cabeza te han dado, sea el espacio que necesites para que Dios te dirija hacia los escenarios que harán de ti un instrumento o vasija de gran utilidad.

Tal vez y si tu lo permites, este tiempo se convertirá en el aleado que necesitas para aprender a depender de Dios y para que puedas ver su mano obrando de manera majestuosa en tu vida.

Autora: Brendaliz Avilés

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