miércoles, 17 de agosto de 2011

LA SANGRE DE CRISTO TIENE PODER

“Estas cosas os he hablado para que en mi tengáis paz.
En el mundo tendréis aflicción; Pero confiad, yo he vencido al mundo”.
Juan 16:33
Nada hay más triste en la vida que sentirse solo, desamparado, abandonado, traicionado, desilusionado, confundido o abatido; pero somos necios y a veces de dura cerviz y caemos en estos estados de tristeza, de depresión y de abatimiento, que nos debilitan y nos quitan las ganas de seguir luchando y seguir peleando.
Hoy, para mi fue uno de esos días, me levanté con alegría y mucha paz, aunque sabia que seria un día decisivo para mi futuro inmediato y lo primero que leí antes de salir fue este versículo; ya El Señor sabia de antemano lo que iba a recibir y el dolor que me iba a causar, pero me estaba preparando para recibir el golpe y aguantar….asimilarlo y luego seguir adelante, como si nada, porque la vida no se detiene, el mundo no se detiene y el tiempo no se detiene; luego en el camino iba reflexionando en este versículo y me decía a mi misma: “Si Jesús, el que ha vencido al mundo, es el que esta en mi, yo también puedo vencer al mundo y todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Así que cuando recibí la noticia, sentí el golpe y confieso que me dolió, pero me levante, camine en mi oficina, tomé aire y respiré profundamente por tres minutos, me calmé y me dije: “Bueno, al menos ya terminó esta espera y ahora no debo tomar ninguna decisión, pues mi entendimiento esta afectado por las emociones y no seria prudente, vamos a esperar este resto de semana y mientras tanto, analicemos que ha pasado, que salió mal y como podemos mejorar, antes de emprender una nueva búsqueda”
Y es que la vida no es fácil para nadie, todos tenemos aflicciones, diferentes problemas y retos que afrontar cada día, pero la diferencia entre un creyente, hijo de Dios y un incrédulo, es que nosotros NO estamos solos; Jesús está en nuestro corazón, su oído está cercano a nuestras suplicas y su corazón esta dispuesto a tendernos siempre una mano, para no dejarnos caer o para levantarnos si caemos.
Este Devocional se titula: La Sangre de Cristo tiene Poder – porque es así, así lo creo y así debemos creerlo, porque la sangre de Cristo tiene el poder: de sanar, de restaurar, de fortalecer, de perdonar, de limpiar y nosotros tenemos ese poder, Cristo lo dijo y solo tenemos que creerlo y apoderarnos de su poder, empoderarnos o llenarnos de ese poder, para vencer al mundo, siempre con el estandarte de la verdad por delante, cuéstenos lo que nos cueste y gústele a quien le guste.
Y cuando digo que caemos en trampas de depresión del enemigo porque somos necios y de dura cerviz, es porque desconocemos, no aplicamos, no creemos o no confiamos en ese inmenso poder que tenemos en Cristo y que nos ayuda en cada paso, no sabemos apoderarnos del poder de Su sangre y no sabemos como cubrirnos con ella.
La Palabra de Dios, así como su sangre, tiene poder y uno se empodera, se llena de ella, DECRETANDOLA, HABLANDOLA, RECITANDOLA en voz alta, con poder, con fuerza, que se oiga el cielo y en la tierra, que la oigan los ángeles y los demonios y ACCIONANDO, poniendo por obra, lo que dice la Palabra, obedeciendo, clamando y orando al Dios de nuestra Salvación, quien conoce nuestras necesidades, aun antes de que abramos la boca y quien tiene misericordia de nosotros.
Porque nosotros no sabemos porqué suceden las cosas, ni lo que hay mas adelante en nuestro camino, pero Dios, que es Dios en los cielos y también en la tierra y en nuestra vida, Sí lo sabe, lo ve y lo conoce y a lo mejor nos tiene algo mejor, o nos esta librando de algo.
Para concluir, quiero compartirles que la mala noticia, al final fue una buena noticia, porque puedo seguir con los planes de estudio que Dios tiene para mi; si miramos las cosas desde otro ángulo, buscando siempre lo bueno y lo perfecto que viene de Dios, entonces nos damos cuenta que en vez de llorar o sentirnos heridos, debemos dar gracias a Dios por sus sabias decisiones.

Porque yo se los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.

Jeremías 29:11
Autora: Hefzi-ba Palomino

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