A los creyentes, como luz del mundo, como sal de la tierra, nos toca movernos dentro del caos de este mundo. Constantemente una sociedad con valores corruptos y sin rumbo lanza ataques contra todo lo que tenga que ver o de alguna manera represente los intereses de Dios en esta tierra. Muchas veces esos ataques vienen disfrazados de inocentes conversaciones o solapados detrás de preguntas capciosas como las tramas inteligentemente elaboradas del barbero de la historia que contamos hoy, dejándonos a los creyentes sin argumentos para responder.
-Dios no existe!! Expresó airado el barbero mientras afeitaba a un cliente cómodamente instalado en su sillón.
-¿Por qué piensa eso? Preguntó el cliente preocupado por tan categórica afirmación.
-Véalo Ud. mismo. Respondió aún más enojado, con la vista fija en la pantalla del televisor que se hallaba a un costado del salón.
El noticiero de esa tarde exhibía lo que habitualmente vende más en los medios de prensa. Guerras, violencia, muerte, hambrunas, desastres…
-Si Dios existiera estas cosas no deberían pasar, El no lo permitiría. Afirmó enfáticamente.
Juan, el cliente que en ese momento estaba siendo atendido y a quien le tocaba ser el interlocutor del barbero en ese momento, era creyente. Un nudo se le hizo en la garganta sin saber qué responderle, en tanto desde lo profundo de su ser clamaba a Dios por una respuesta sabia.
El barbero terminó su trabajo y Juan ya se asomaba a la puerta para salir cuando vio a dos hombres que parecían ser jóvenes, pero de prominente barba y abundante cabello, en un aparente descuido. Súbitamente como relámpago desde el cielo se hizo luz la respuesta en su corazón. Dejando la puerta abierta, se volvió y sin más le increpó al barbero:
-Los barberos no existen!!!
-¿Cómo?, respondió perplejo el coiuffeur.
-¿Y yo? ¿Qué le parece a Ud. que vengo a ser? Agregó molesto.
-¿Y yo? ¿Qué le parece a Ud. que vengo a ser? Agregó molesto.
-Mire. Dijo Juan señalándole a los jóvenes de abundante barba que justo pasaban por la puerta del local.
-Si los barberos existieran esos jóvenes no andarían así.
Rápido para pensar, el barbero tiró su última carta a la mesa:
-Ya se habrá dado cuenta de esto: ¡Ellos están así porque no vienen a mí!.
-Ya se habrá dado cuenta de esto: ¡Ellos están así porque no vienen a mí!.
-Justamente, dijo Juan. -Ellos están así porque no vienen a Ud. Y el mundo está así porque no viene a Dios…
Lo que antes era bueno ahora ya no parece ser tan bueno y lo que antes era malo ahora parece que ya no es tan malo. Los valores lenta pero eficazmente están siendo sustituidos por una escala de antivalores. En este orden subvertido, todo es cuestionable. Dios inclusive en este ámbito, es cuestionable.
Hoy un mundo errante y sin Cristo se retuerce entre dolores de muerte sin saber que el camino hacia la sanidad de sus males es mucho más corto de lo que cree. La Gracia derramada desde la Cruz de Jesús, pagada a un elevadísimo precio por quien la ofrece, gratuita para quien la recibe.
Entrad por la puerta estrecha: porque el camino que lleva a perdición es ancho y espacioso; y los que van por él, son muchos.
(Mateo 7:13 RV2000)
Jesús le dice: YO SOY el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
(Juan 14:6 RV2000)
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
(Jeremías 33:3 RV60)
Autor: Luis Caccia Guerra
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