miércoles, 29 de agosto de 2012

Sin deseos de seguir


Quizá te encuentras cansado, sin fuerzas, con una fe tambaleante, ves como todo a tu alrededor se te pone en contra, quisieras hacer algo para remediarlo pero te das cuenta que todo ya esta fuera de tu alcance, fuera de tu capacidad de solución.
Quisieras estar solo, que nadie te moleste, que nadie te hable, quisieras llorar, gritar,salir corriendo hacia algún lado, desaparecer quizá, dormir y que al despertar todo fuera un mal sueño, pero lastimosamente es la realidad lo que estas viviendo y eso te pone triste.
Y es que en los momentos cuando nuestros sentimientos se alborotan, pensamos y sentimos tantas cosas que varían de un minuto a otro. Nuestra mente no puede concentrarse en algo y simplemente sentimos tristeza, soledad y decepción por todo lo que nos esta pasando.
En esos momentos en donde nuestros sentimientos se anteponen a nuestra visión espiritual, debemos parar por un momento y quitarnos las gafas de la soledad, de la tristeza o la decepción y ponernos las gafas de la fe.
Yo sé que en esos momentos en donde nuestros sentimientos y emociones están confusos, lo menos que queremos escuchar de alguien es decir que las cosas estarán bien, porque lo oímos como un simple consuelo, mas allá de una realidad.
Pero aunque a ti te parezca un simple consuelo, hay una realidad espiritual que no podemos obviar a pesar que nuestras visión pueda estar empañada, o nuestra mente saturada, aun y con todo eso hay una verdad que aunque me rehúse a creer, es una realidad.
Dios nos prometió lo siguiente:

“Aunque tengas graves problemas, yo siempre estaré contigo; cruzarás ríos y no te ahogarás, caminarás en el fuego y no te quemarás.” 

Isaías 43:2 (Traducción en lenguaje actual)
A pesar de cualquier confusión momentánea producida por tus actuales problemas, tiene que comprender que Dios ha prometido ESTAR SIEMPRE CONTIGO, reflexiona muy bien en lo que este pasaje dice, pues Dios promete estar contigo en los momentos mas difíciles de tu vida, Él no dice que no pasaras por los ríos, ni que no caminaras por el fuego, pues seguramente tendrás que pasar por eso, pero hay una promesa nada despreciable y es el hecho de que aunque pases por ríos peligrosos y fuego que quema, tú estarás bien, pues no te ahogaras, ni te quemarás, porque ÉL ESTARÁ CONTIGO.
Hoy quiero motivarte a desviar tu mirada un momento, quita tus ojos de tus problemas y vuelve tu mirada al Dios que es capaz de solucionarlos.
Y entonces di y cree lo que el salmista dijo en un momento como el tuyo:

“Dirijo la mirada a las montañas; ¿de dónde vendrá mi ayuda? Mi ayuda viene de Dios, creador del cielo y de la tierra. Dios jamás permitirá que sufras daño alguno. Dios te cuida y nunca duerme.” 

Salmos 121:1-3 (Traducción en lenguaje actual)
¡Vamos! Es hora de levantarse, ya no es tiempo de estar triste, es hora de glorificar a Dios en medio de cualquier circunstancia porque hay promesas para tu vida de que ÉL TE CUIDARÁ y seguramente estarás bien.
¡Sonríe!, no por los problemas, sino por la solución que viene de lo alto, porque Dios mismo se encargara de tu problema y pondrá todo en su lugar, ¡Simplemente confía!
Y es que aun cuando no tengas deseos de seguir por todo lo que te ha acontecido, tienes que saber que DIOS NO TE DEJARA, que Él insistirá en tu vida y te hablara de cualquier forma o por cualquier medio para hacerte saber que Él esta contigo y por lo tanto no puedes darte por vencido.

¡Si Dios esta contigo, tienes que estar seguro que TODO saldrá bien!

“En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total”. 

Romanos 8:37 (Traducción en lenguaje actual)
Autor: Enrique Monterroza

jueves, 23 de agosto de 2012

Oración de la Sangre de Cristo


Señor Jesús, en tu nombre y con 
el Poder de tu Sangre Preciosa
sellamos toda persona, hechos o 
acontecimientos a través de los cuales 
el enemigo nos quiera hacer daño.
Con el Poder de la Sangre de Jesús 
sellamos toda potestad destructora en 
el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, 
debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas 
de la naturaleza, en los abismos del infierno, 
y en el mundo en el cual nos movemos hoy.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
rompemos toda interferencia y acción del maligno. 
Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares 
y lugares de trabajo a la Santísima Virgen 
acompañada de San Miguel, San Gabriel, 
San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles.
Con el Poder de la Sangre de Jesús 
sellamos nuestra casa, todos los que la habitan 
(nombrar a cada una de ellas), 
las personas que el Señor enviará a ella, 
así como los alimentos y los bienes que 
Él generosamente nos envía
para nuestro sustento.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos tierra, puertas, ventanas, 
objetos, paredes,  pisos y el aire que respiramos,
y en fe colocamos un círculo de Su Sangre
alrededor de toda nuestra familia.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos los lugares en donde vamos 
a estar este día, y las personas, empresas 
o instituciones con quienes vamos a tratar 
(nombrar a cada una de ellas).
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestro trabajo material y espiritual, 
los negocios de toda nuestra familia, 
y los vehículos, las carreteras, los aires, 
las vías y cualquier medio de transporte 
que habremos de utilizar.
Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos,
las mentes y los corazones de todos los habitantes 
y dirigentes de nuestra Patria a fin de que 
Tu Paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.
Te agradecemos Señor por Tu Sangre y 
por Tu Vida, ya que gracias a Ellas 
hemos sido salvados y somos preservados 
de todo lo malo. 
Amén.

martes, 14 de agosto de 2012

¿Cómo orar cuando sientes miedo?

Todos queremos seguridad y buscamos seguridades. Nos da miedo cuando no hay seguridad, cuando perdemos nuestras seguridades o cuando se ven amenazadas o reducidas.

Te da seguridad un buen empleo, la aceptación de los demás, las cosas que posees, los amigos que te respaldan, un entorno conocido, tus habilidades, tu formación profesional, tus títulos, el dinero, recibir reconocimientos y dignidades, ser consultado, recibir atenciones, tu hogar, una buena salud, etc.

Cuando se ponen en riesgo nuestras seguridades nos entra miedo. Se derrumban o disminuyen nuestras seguridades y corremos el riesgo de desmoronarnos. Cuando esto sucede nos encontramos en la posición del pobre, del que nunca ha tenido nada o del que lo ha perdido todo y depende totalmente de la gratuidad del amor de Dios.

Es humano tener miedo. No nos extraña que hasta los Papas sientan miedo cuando son elegidos. Tengo a la mano una oración del Cardenal Eduardo Pironio, argentino, en que se presenta ante Dios con mucho miedo. Tuve la gracia de tratar mucho con él y hablaba con frecuencia de la confianza, de la virtud de la esperanza; tal vez por el miedo que sentía. Extraigo partes de una de sus oraciones:

Señor,
Hoy necesito hablar contigo con sencillez de pobre, con corazón quebrantado pero enteramente fiel.

Sufro, Señor, porque tengo miedo,
mucho miedo, más que nunca.
Yo no sé por qué, o mejor, sí se por qué:
porque Tú, Señor, adorablemente lo quieres.
Y yo lo acepto.
Pero también escucho tu voz de amigo:
"No tengas miedo, no se turbe tu corazón.
Soy yo. Yo estaré contigo hasta el final."
Repítemelo siempre Señor,
y en los momentos más difíciles,
suscita a mi alrededor almas muy simples
que me lo digan en tu nombre.

Tengo miedo, Señor, mucho miedo.
Miedo de no comprender a mis hermanos
y decirles las palabras que necesitan.
Miedo de no saber dialogar,
de no saber elegir bien a mis colaboradores,
de no saber organizar la diócesis,
de no saber planear,
de dejarme presionar por un grupo o por el otro,
de no ser suficientemente firme
como corresponde a un Buen Pastor,
de no saber corregir a tiempo,
de no saber sufrir en silencio,
de preocuparme excesivamente por las cosas al modo humano,
y entonces, estoy seguro de que me irá mal.
Por eso, Señor, te pido que me ayudes.

Me hace bien sentirme pobre,
muy pobre, muy inútil y pecador.
Ahora siento profundamente mis pecados.
He pecado mucho en mi vida
y tú me sigues buscando y amando.
Pero te repito, sigo teniendo miedo, mucho miedo.
No lo tendría si fuera más humilde.
Yo creo que me asusta la posibilidad del fracaso.
Temo fracasar, sobre todo, después de que me esperaron tanto.
Pero no pienso que Tú también fracasaste,
que no todos aceptaron tu enseñanza.
Hubo muchos que te dejaron porque "les resultaba dura" y absurda tu doctrina.

Nunca te fue bien, Señor:
te criticaron siempre y quisieron despeñarte.
Si no te mataron antes fue por miedo al pueblo que te seguía.
Pero te rechazaron los sacerdotes; te traicionó Judas; te negó Pedro;
te abandonaron todos tus discípulos
¿y no sufrías entonces?
Y yo, ¿quiero ser más que el Maestro y tener más fortuna que mi Señor?
Jesús, enséñame a decir que sí y a no dejarme aplastar por el miedo.


El Cardenal Pironio sabía ver en el sufrimiento la mano providente de Dios Padre. En su testamento espiritual escribe: Que nadie se sienta culpable de haberme hecho sufrir, porque han sido instrumento providencial de un Padre que me amó mucho.

Lo que más aprendo de esta oración es la humildad y la confianza con que se dirige a Dios. Cuando un hijo se dirige a su padre con humildad y absoluta confianza, lo obtiene todo de él. El padre es protector y proveedor. Si el hijo expone a su padre su debilidad, su miseria, sus faltas, su condición vulnerable, y se dirige a él pidiendo ayuda con absoluta confianza, un buen padre siempre responde.

Cuando sentimos miedo al perder nuestras seguridades o al no tener seguridad alguna, podemos tener la certeza de que si lo aceptamos con humildad y acudimos con confianza a Dios Padre, el amor de Dios vendrá en nuestro auxilio. La confianza filial lo obtiene todo de Dios.

Cuando sentimos miedo también podemos orar con la ayuda del Salmo 23Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo. Tu vara y tu cayado me sosiegan y del Salmo 30 En ti, Señor, me cobijo, nunca quede defraudado. Sé mi roca de refugio, alcázar donde me salve; pues tú eres mi peña y mi alcázar.

Cuando sentimos miedo, la roca firme del amor misericordioso de Dios es nuestra seguridad.


Autor: P Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com
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