sábado, 29 de enero de 2011

¿QUE NOS DEPARA ESTE NUEVO AÑO 2011?



Pero Jehová había dicho a Abraham: Vete de tu tierra y de tu parentela, Y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.

Génesis 12:1

Pues la respuesta es, Que No Se. Nadie lo sabe; la vida a nivel individual o colectivo puede cambiar en un segundo, lo que si se es que Jesús nos ha enseñado a vivir cada día y que cada día trae su propio afán y El siempre tiene el control.

Empezar un nuevo año, de alguna manera se asimila a una nueva aventura hacia lo desconocido y los seres humanos siempre tenemos ese temor, pero como hijos de Dios, tenemos el conocimiento y las herramientas para hacer de este nuevo año, un año de bendición y crecimiento. Imaginemos los sentimientos y temor hacia lo desconocido que pudo experimentar Abrahán cuando Dios lo llama a una tierra desconocida, donde el tendría que volver a empezar, plantar y cosechar y tal vez a el mismo no se le hubiera ocurrido nunca, no fue una idea que se produjo en su cabeza, fue lo que Jehová le dijo que hiciera y como recompensa, le hizo promesa y el obedeció: Que le daría un hijo (a pesar de que Saray era estéril) y que haría de el una gran nación y que en el serian benditas todas las familias de la tierra. ¡Que gran promesa! Pero una promesa requiere de varios pasos: 1º. CREERLA 2º. OBEDECER, 3º. EJECUTARLA, es decir, desarrollarla, crecer y resolver todos los obstáculos que se presenten, físicas, de territorio, externas, pruebas, de carácter, etc.

Dios a nosotros nos ha dado grandes promesas, pero para alcanzarlas debemos cumplir con esos tres pasos anteriores; y esto significa que si Dios nos promete Pan, no necesariamente esperamos Pan ya horneado y tajado; tampoco que nos sentaremos a esperar que alguien toque a nuestra puerta con el pan (aunque en muchos casos así ha sido); pues no sabemos como Dios traerá la bendición, a lo mejor alguien nos provee la harina, otro el huevo y la sal y otro que sabe como juntar esos ingredientes, nos enseña a hacer el Pan, nos nutrimos y alimentamos a nuestra familia y después pensamos en colocar una panadería…

Dios siempre tiene un propósito: Mis planes para fin de año cambiaron súbitamente cuando me torcí un tobillo, estos acontecimientos y el cambio de rumbo de mis planes en un segundo me hicieron reflexionar en que verdaderamente no tenemos control sobre nuestros días, nuestros planes y deseos, sino que es Dios quien verdaderamente tiene el control de los hilos invisibles de nuestro destino, las circunstancias, los hechos y todos los acontecimientos que rodean nuestra vida.

Estamos iniciando un nuevo año y nos sentimos llenos de una energía muy especial que nos hace querer renovarnos, superarnos, crecer y aventurarnos en propósitos más altos para nuestra vida y todo lo podemos lograr, si incluimos a Dios en nuestros planes, si pedimos a nuestro Padre en el precioso Nombre de Jesús y si sujetamos nuestra vida al que todo lo puede.

Nosotros, los hijos de Dios tenemos herramientas más valiosas que el oro puro y mas poderosas que cualquier arma inventada por el hombre y todo este poder se encuentra en El Espíritu, en el hombre nuevo, así que nuestro primer deseo para este año nuevo, debe ser CRECER y FORTALECERSE en el Espíritu y todo lo demás que deseemos lo vamos a recibir por añadidura. A continuación veremos algunas de estas herramientas:

1°. La Fe. Sabemos que la fe viene por el oír y el oír La Palabra De Dios, por lo cual te invito a leer diariamente La Biblia, hacer tu devocional y asistir regularmente a la Iglesia; la Palabra de Dios dice que pidamos y se nos dará, busquemos y hallaremos, que toquemos y se nos abrirá. (Mt.7.7), pero seria inútil pedir o tocar puertas, si lo haces sin fe y esa fe debe estar fundamentada en Dios; Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque solo El, puede hacer realidad nuestros sueños, bendecirnos, proveernos y guardarnos. La Palabra nos enseña a pedir con fe, con plena certidumbre de que tendremos lo que pidamos, porque somos Sus hijos y Dios nos ama de tal manera que no podemos comprender la magnitud de su amor.

2° Confianza y Seguridad. Jesús dijo que estaría con nosotros todos los días de nuestra vida y no importan las circunstancias, El está y estará siempre ahí, sustentándonos con Su amor y Su poder. El siempre tiene el control sobre nuestra vida, nuestra familia y las circunstancias de nuestra vida y Su paz que nos cubre las 24 horas del día/365 días al año/ se alimenta y se nutre de la confianza que tengamos en El y de la seguridad (no duda) de nuestra Salvación y relación permanente con El, aun cuando suceden cosas que no están en nuestros planes, El las permite con un propósito, por algo suceden y no son acontecimientos al azar, porque El Sí tiene el control. Cuando algo imprevisto suceda, es porque Dios nos esta librando de algún peligro mayor o de algo mas grave y por lo general, agradezco a Dios por haberme librado de algo peor y aun porque el inconveniente pudo haber sido mas grave.

3°. El Amor. El amor es mucho mas que un sentimiento que nos hace sentir felices, protegidos y amados; el amor es una fuerza universal, un poder tan fuerte que no esta sujeto a las leyes de la física ni del tiempo; puede conectarse con Dios y con otros y es en esa relación con nuestros semejantes que podemos dejar huella, el amor con que nos relacionamos con el prójimo y con que realizamos nuestras tareas, son la impronta que nos identifica, es el sabor que dejamos en cada persona, es el único bien que trasciende mas allá de la muerte; es el vinculo perfecto, es el poder que sana, que restaura, que se transmite, se comunica, se difunde, se impregna, que puede tocar sin manos, caminar sin pies, viajar sin barreras de distancias, color o raza; es la fuente de inspiración de Dios y los mortales y el motor de la vida, la tierra y sus habitantes. Si amamos a Dios en primer lugar y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, estaremos cumpliendo con el mayor de los mandamientos que Jesús nos dejó.

4°. La Oración. Es comunicación con Dios: Nosotros somos los emisores (De donde sale el mensaje), el canal que transporta nuestras palabras y pensamientos, (Es nuestro corazón) y Dios, quien escucha nuestras oraciones (El Receptor) a donde llega el mensaje. Y puedes orar a cualquier ora, en la comodidad de tu hogar o en tu trabajo, en el transporte o durante una actividad cualquiera ¿No es maravilloso? Ni El Internet, ni las redes 4G (que son las mas veloces actualmente), ni los celulares, radios, micrófonos, ni ningún medio de comunicación moderno, es tan perfecto, instantáneo, preciso, claro, neto, sin interferencias o malas interpretaciones, como lo es esta maravillosa herramienta que Dios ha provisto para comunicarse con sus hijos, escucharlos, tener siempre la línea abierta, disponible, sin importar el clima, los satélites, etc. Tenemos esta maravillosa herramienta, úsenosla, todos los días, hablemos con Dios, comuniquémonos, hablemos con franqueza lo que nos pasa, lo que esperamos, lo que queremos, a lo que tememos, etc. Y no nos olvidemos de orar por otros, por nuestros países, por nuestra tierra y por la Iglesia de Cristo.

5°. La Obediencia. Cuando aceptamos a Cristo en nuestra vida o le abrimos la puerta de nuestro corazón, lo hicimos libre y voluntariamente, le dijimos implícitamente: “Toma el control de mi vida” y esto implica que le estamos dando autoridad sobre nuestro cuerpo y mente, nuestra familia y nuestros bienes y lo aceptamos como El Señor, suficiente Salvador y Rey en nuestra vida, quien gobierna y a quien decidimos un día entregar nuestro ser (nuestros pensamientos, sentimientos y nuestra voluntad). Seria lógico que después que le hemos entregado todo a alguien, en sus manos para que lo administre y lo gobierne, ¿no atendamos y sigamos sus instrucciones? O que ¿no obedezcamos su Palabra? O Que ¿no cumplamos con sus mandamientos? O que ¿no lo tomemos en serio y no sintamos respeto, admiración, amor y agradecimiento, después de saber lo que El hizo por nosotros? Se que es una palabra dura y pido perdón, si alguien se ofende, pero ¿de que otra manera puedo explicar la obediencia?

Dios sabe que no es fácil, pero también conoce nuestro corazón, capacidad y limites y no te pedirá lo que no seas capaz de dar, ni te enviara ninguna prueba que no seas capaz de pasar.

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas.

Josué 1:9

Autora: Hefzi-ba Palomino

miércoles, 26 de enero de 2011

TIEMPO DE NUEVOS COMIENZOS


Porque he aquí ha pasado el invierno, Se ha mudado, la lluvia se fue; Se han mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la canción ha venido, Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.

Cantares 2:11-12

¡Una nueva década! Hoy es un día perfecto para comenzar de nuevo, iniciar nuevos proyectos, plantear nuevas metas. Ha comenzado un Año donde todo el mundo, o por lo menos la mayoría, ha organizado su nuevo calendario. Unos se han proyectado a lo económico y han comenzado a ver de qué manera pueden lograr que su economía crezca, otros se han proyectado al plano social y ya comenzaron a borrar y a añadir nuevas amistades en sus listas. Por supuesto los que desean verse más esbeltos ya comenzaron a buscar nuevas dietas y a afiliarse en los diferentes gimnasios. Las amas de casa han comenzado cambios en su hogar, los estudiantes han comprado libretas, bultos, lápices nuevos, los trabajadores botaron su viejo calendario todo rayado ¡ha comenzado un nuevo año! ¿Sabes por que? Porque en nosotros existe algo especial en el cual estamos totalmente programados por Dios para aceptar cada nuevo comienzo con alegría, con contentamiento puesto que cada comienzo es una nueva oportunidad nueva para cambios.

Nuestro Señor nos permite una nueva oportunidad para reflexionar sobre nuestros éxitos y fracasos. De la misma manera que Salomón expresa en su Cantar, existe un tiempo para todo en nuestra vida, ya paso el invierno, se ha mudado la lluvia, se han mostrado las flores y el tiempo de la canción ha venido.

No puedes estar llorando toda la vida algo que ya ha pasado; quizás la muerte de un familiar tan querido, quizás la perdida de tu trabajo, posiblemente la perdida de algún buen amigo. La vida tiene sus altas y sus bajas las cuales nos tocan profundamente en nuestras emociones y nos hacen tambalear.

Hoy te vengo a mostrar un camino de excelencia, y es el camino de los cambios. Un nuevo comienzo te da la oportunidad de ir a otro nivel, o de cambiar el capitulo anterior de tu vida. Por supuesto para comenzar con esta nueva oportunidad que Dios nos brinda, en primer lugar debemos ser optimistas. Debemos romper con hábitos y adicciones viejas, debemos comenzar con pensamientos y actitudes positivas, sobre todo debemos comenzar a declarar las bendiciones espirituales que el Señor ha prometido sobre nosotros y nuestras familias.

En Lamentaciones 2:22, el profeta Jeremías nos anima con la noticia que las misericordias de Dios son nuevas cada mañana; por tanto es momento de dar un paso hacia adelante en aquello que Dios tiene para ti. No puedes detenerte en el camino a pensar lo que no pudiste hacer, lo que perdiste, lo que te hicieron, muchas expectativas y planes sin realizar; es tiempo de nuevas oportunidades.

En el Salmo 40 podemos leer que el salmista paso una gran aflicción en su vida, sin embargo expreso que Dios había puesto en su boca cantico nuevo, alabanza a nuestro Dios y concluye diciendo “verán esto muchos y temerán y confiaran en Jehová”. Muchos que te han visto pasar por el pozo de la desesperación a través de tu testimonio y de tu confianza en Jehová podrán asimismo darle gloria y honra al Señor que tu predicas.

¡Te animo a que comiences hoy un camino de bendición y de oportunidades está esperando por ti!

Autora: Lucy Carmona

domingo, 23 de enero de 2011

FABRICANDO GIGANTES


Todas las personas tenemos problemas, grandes, medianos, pequeños, catalógalos como quieras, pero en fin, siguen siendo problemas.

Pero también existen las personas que Fabrican Gigantes de esos problemas, personas que de cosas tan pequeñas y mínimas hacen un enorme gigante o una multitud de gigantes. Y es que a veces nos damos a la tarea de “magnificar” las cosas, de hacer de un vaso de agua, un inmenso mar en donde nos ahogamos.

Esto de fabricar gigantes no es nuevo, diez de los doce espías que fueron a reconocer la tierra prometida hicieron lo mismo: “Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac”. (Números 13:28)

A veces Dios nos da ciertas promesas, pero nosotros vemos los gigantes antes que lo prometido. De un pueblo pequeño y dos o tres gigantes, hacemos un ejércitos enorme de gigantes temibles e imposibles de derrotar.

Quizá los últimos días se han incrementado los problemas sobre tu vida, sobre tu familia, sobre tu trabajo y te has sentido como atrapado entre tanta mala noticia, pero en medio de todo eso Dios te ha dado una promesa valiosa: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”. (Josué 1:9)

Es tiempo de esforzarnos, es tiempo de ser valientes, ya no sigamos fabricando mas gigantes, no hagamos de unos pocos gigantes, una multitud incontable. Esos gigantes que quieren atacar tu vida, no podrán ni todos juntos contra nuestro Poderoso Gigante Jehová de los Ejércitos.

“Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada”.

Jeremías 20:11

Hoy quiero animarte una vez más a levantarte, a seguir luchando en contra de esos pocos gigantes, porque Dios ya te ha dado la victoria, no hay nada ni nadie que te pueda derrotar si El va a tu lado.

¿Seguirás fabricando gigantes o comenzaras a depender del Poderoso Gigante?

Hoy te invito a desechar toda clase de gigantes verdaderos y fabricados de tu vida. A que comiences a ver con ojos de FE lo que Dios realmente puede y quiere hacer en tu vida. No hay nada que te venza si El esta de tu lado, no hay porque temer, ¿Acaso no tenemos a un Dios Todopoderoso?

Lo que es gigante para nosotros, para Dios es una miniatura, por lo tanto vivamos cada día confiados en El, pues Él es quien cuida de nosotros.

¡Dios es nuestro Poderoso Gigante!

Autor: Enrique Monterroza

viernes, 21 de enero de 2011

DIOS CUMPLE SU PACTO

“Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos”

Deuteronomio 7:9 (La Biblia de las Américas)

A veces el tiempo pasa, las semanas, meses o años y por un momento pensamos que Dios se olvido lo que hace tiempo nos había prometido.

Y es que a veces pensamos que Dios es como nosotros, y la verdad es que Dios no es olvidado. Nosotros tendemos a olvidarnos de nuestras promesas, a olvidar lo que dijimos en algún momento, pero Dios jamás olvida de cumplir lo que El prometió.

Quizá estos últimos días o semanas has estado meditando en aquello que un día Dios te prometió, en lo que en su momento era tu gran anhelo, tu gran sueño, pero que con el tiempo fuiste olvidando y también pensaste que Dios se había olvidado, cuando en realidad Dios JAMAS SE OLVIDARA de lo prometido.

Al leer la Historia de Abraham podemos darnos cuenta que el recibió de parte de Dios una promesa y es la que su descendencia sería enorme, como las estrellas de los cielos y como las áreas del mar, incontables. Pero todo hacía notar que difícilmente eso pasaría, pues él era un hombre de avanzada edad y su mujer físicamente no podía tener hijos. Mas sin embargo, Dios jamás olvida lo prometido.

Y es que no hay mejor ejemplo a la hora de recordar que Dios no olvida que Abraham, pues pese a que pasaron aproximadamente veinticinco años para que se cumpliera la promesa, Dios cumplió.

Tal vez no sea muy alentador darse cuenta que Abraham tuvo que esperar cerca de veinticinco años para recibir su promesa, pero sí lo es el hecho que aunque el tiempo pase y todo se vuelva en contra, podemos estar seguros que Dios cumplirá.

Posiblemente recibiste una promesa de joven y ahora ya eres un adulto y aun no la vez cumplida, eso no quiere decir que no la veras cumplida, porque si Dios fue quien te lo prometió, entonces El lo cumplirá.

Hay una Palabra en la Biblia que en lo personal me hace estar siempre confiado de que Dios cumplirá y es esta: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho El, y no lo hará?, ¿ha hablado, y no lo cumplirá?”. Números 23:19 (La Biblia de las Américas)

El simple hecho de saber que Él no es hombre para mentir me hace sentirme confiado y si a eso le sumamos que tampoco es hijo de hombre para arrepentirse de lo prometido, entonces puedo concluir que EL CUMPLIRÁ.

Me gusta mucho el versículo que leímos al principio porque refleja dos características de Dios que nos ayuda a estar confiados en El, el versículo dice: “Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos”. Deuteronomio 7:9 (La Biblia de las Américas)

Estas características son:

1. El es Fiel.

2. Guarda su Pacto y su misericordia hasta mil generaciones.

Qué lindo es saber eso, que hermoso es tener de nuestro lado a un Dios Fiel y Cumplidor. Pero para ello también hay un requisito para que Dios sea Fiel en cumplir su pacto con nosotros y ese requisito lo dice la ultima parte de ese versículo: “…que guarda su pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos”.

Esta frase: “con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos”, me hace también no solo estar confiado de que Dios cumplirá, sino también aplicarme cada día para amar a Dios sobre todas las cosas y sobre todo vivir una vida agradable a Él, pues eso es guardar sus mandamientos.

Amados, ¿Estaremos amando a Dios sobre todas las cosas?, ¿Estaremos viviendo una vida que realmente le agrade?, estoy seguro que todos queremos que Dios cumpla cada palabra que nos prometió, pero de esa misma forma ¿Estaremos nosotros a cumplir amándolo y viviendo para El?, respondamos cada uno a conciencia.

Lo que estoy seguro que es que si amamos a Dios viviremos también cada día para agradarlo y fruto de ello es que DIOS CUMPLIRÁ, por esa razón debemos estar seguros que haciendo esto, no importa el tiempo que pase, no importa los obstáculos que se nos presenten, porque DIOS CUMPLIRÁ SU PACTO sobre nuestra vida.

Dios SIEMPRE cumplirá y por lo tanto debemos estar confiados, no veamos con ojos humanos las circunstancias que nos rodean, no midamos el tiempo de respuesta de Dios a través de un reloj, sino que vivamos cada día con el único objetivo de agradarlo y entonces Dios cumplirá en el momento que menos pensamos.

¡Dios es un Dios que CUMPLE sus pactos!

Autor: Enrique Monterroza

miércoles, 19 de enero de 2011

Qué fácil es decir gracias


Diariamente recibimos innumerables beneficios que otras personas nos ofrecen. Por ejemplo, un vendedor que nos atiende en su negocio, un peatón que nos cede el paso, un profesor que se esfuerza por dictarnos un curso excelente, y los incontables favores y detalles que obtenemos constantemente de nuestros familiares y amigos.

También nos encontramos con dones y regalos que parecerían obvios y los damos por descontados: la vida, la salud, la comida, un nuevo día y la propia familia, entre otros.

Frente a esos favores, servicios o regalos que nos han dado las personas que nos rodean, correspondemos, muchas veces, con ciertas actitudes de indiferencia porque, quizás, nos hemos acostumbrado a ser los destinatarios ordinarios de esas atenciones.

Con frecuencia nos ahorramos, equivocadamente, el dar las gracias o expresar algún gesto de gratitud ante los detalles y servicios que los demás nos brindan. De esta forma, podríamos ir caminando en nuestro mundo rutinario sin valorar ni apreciar todo lo que continuamente estamos recibiendo de las otras personas, sea grande o pequeño.

La virtud de la gratitud manifiesta, de forma sencilla, el aprecio y la estima que hemos de tener frente a una persona que busca ayudarnos. El agradecimiento presupone la existencia de alguien que no sólo da sino que se da. ¡Qué fácil es decir gracias para suscitar, sinceramente, lazos de amistad y apoyo entre los hombres!

Las personas que saben ser agradecidas llaman fuertemente la atención a Dios. Así sucedió con los diez leprosos a los que Jesucristo curó y sólo uno, samaritano, regresó para darle las gracias. Entonces Jesús dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?» (Lc 17,11-19). Desde esta perspectiva, quien sabe agradecer, como el samaritano curado, demuestra que no considera todo como algo debido, sino como un don que, incluso cuando llega a través de los hombres o de la naturaleza, proviene en definitiva de Dios. ¡Qué tesoro se esconde en una pequeña palabra: ”gracias"! (cf. Benedicto XVI, Ángelus, domingo 14 de octubre de 2007).

La gratitud se eleva a un plano sobrenatural cuando agradecemos a Dios por todos los dones que nos regala ordinariamente. Desde esta óptica, muchos hombres se levantan por encima de las dificultades y contrariedades de la vida para mostrar su gratitud al Señor, aún en medio del dolor, porque saben que Dios puede sacar del mal un bien mayor. Este fue el caso del justo Job que ante la muerte de sus hijos respondió: «Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea su santo Nombre» (Jb 1,18-21). Nuestra existencia está entretejida de situaciones dolorosas y nos puede costar aceptarlas sobrenaturalmente. Por esto es necesario vivir con la conciencia, como Job, de que Dios está presente en cada momento de nuestra vida, especialmente en las situaciones de sufrimiento (cf. Benedicto XVI, Homilía: encuentro con el mundo sufrimiento, 19 de marzo de 2009).

En conclusión, la virtud de la gratitud nos “humaniza” porque entraña el respeto y la educación entre las personas. Este precioso don también envuelve, simultáneamente, el acto de dar con generosidad y la actitud de recibir con agradecimiento. De esta forma, la gratitud es fuente de aprecio y estima entre los hombres y nos ayuda a elevar el corazón a Dios.

martes, 18 de enero de 2011

Las Pausas de la Vida


¿Alguna vez te has detenido a pensar en los espacios que parecen vacíos o las pausas que la vida te presenta? ¿Has considerado que pueden ser una gran escuela si nos permitimos aprender a través de ellas. Es a través de las pausas que muchas veces nos parecen sin sentido donde nos formamos, crecemos, desarrollamos, progresamos en diversas situaciones de nuestra vida. Estos espacios dan lugar a que ejercitemos nuestra fe y saquemos de nosotros cualidades o destrezas que no sabíamos que teníamos, hasta que nos enfrentamos a esa silenciosa pausa.

Ese tiempo que nos parece muerto y en que sentimos la incertidumbre puede proporcionarnos las herramientas que harán de nosotros algo mejor. Porque ellas nos hacen receptivos a los cambios que necesitamos muchas veces experimentar para que haya crecimiento y madurez. También nos dejan un lugar para encontrarnos con sorpresas que marcaran y darán forma a nuestras vidas.

Tal vez producirán unos cambios tan significativos e importantes que harán que nuestra vida se conduzca hacia el lugar que tanto anhelamos. Ese espacio de tiempo en el que David apacentaba las ovejas de su padre, le prepararon para ser el valiente soldado de guerra que sería y para desarrollar una comunicación armoniosa con su Creador. Ese tiempo que parecía incierto permitió que Gedeón descubriera que era más valiente de lo que imaginaba y que podía marcar la diferencia en su generación. También le enseñó que no era necesario un ejército grande para ganar una guerra, sino que era necesario contar con gente atenta y más que nada que tenían que contar con el respaldo de Dios.

Ese espacio de 40 días en el desierto en ayuno y oración, fueron los que fortalecieron a Jesús para vencer al enemigo cuando intentó tentarlo. Jacob y Esaú requirieron de tiempo para luego poder reencontrarse, perdonarse y reconciliarse. Es que a veces vemos el tiempo como una cadena perpetua, pero también tenemos que aprender a verlo como un gran maestro que nos enseña y entrega herramientas para poder lidiar con los desafíos que la vida nos presenta. Aún de aquel doloroso periodo que tuvo que enfrentar Job sirvió para que conociera a un Dios totalmente diferente, en otra dimensión y esfera. De tal manera que pudo exclamar lo que dice Job 42:5 “de oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven”. Sacar lo precioso de lo vil, lo bueno de lo malo; no es tarea fácil. Pero como alguien dijo alguna vez: “en Cristo tenemos un sinfín de esperanza no una esperanza sin fin”.

Quizás este periodo que hoy te encuentres atravesando y que tantos dolores de cabeza te han dado, sea el espacio que necesites para que Dios te dirija hacia los escenarios que harán de ti un instrumento o vasija de gran utilidad.

Tal vez y si tu lo permites, este tiempo se convertirá en el aleado que necesitas para aprender a depender de Dios y para que puedas ver su mano obrando de manera majestuosa en tu vida.

Autora: Brendaliz Avilés

sábado, 15 de enero de 2011

Echando fuera a los gigantes


Muchos creen que por el hecho de tener un Dios Inigualable y Todo Poderoso él es quién se encarga de echar fuera a los gigantes de nuestra vida. Esto causa frustración, desesperación e impotencia al ver lo que tanto anhelamos tan cerca pero no en nuestras manos.

Nuestro Dios no es un Dios pasivo, al contrario es un Dios de batalla y conquista, el cual promete respaldarnos y sin duda su espíritu entregará toda batalla en nuestras vidas, pero somos nosotros quienes debemos echar fuera los gigantes de la tierra prometida.

Las cosecha en el Señor son las mejores, las más ricas y jugosas, pero cuestan mucho. No todos echan fuera los gigantes que resguardan la tierra dónde fluye leche y miel, más solamente los violentos que han decidido creerle a Dios.

Es preferible morir a nuestra carne en el intento que perder la vida en servidumbre de aquello que temes. Es preferible enfrentar a los gigantes a pesar del miedo que te carcome a pasar una vida en servidumbre de aquellos que temes. Es preferible entregar hasta el último aliento en batalla a perder aquello que te pertenece.

A nuestro Dios le interesa mucho más nuestra trascendencia que nuestra comodidad, por lo que si tu oración ha sido: Dios echa fuera a los gigantes. Y tienes ya tiempo sin recibir respuesta de lo alto, hoy es tiempo de cambiarla por: Dios Todo poderoso dame el coraje para echar fuera eso que resguarda lo que me pertenece.

En ti hay demasiado poder de parte de Dios para conquistar la tierra prometida pero solamente te darás cuenta una vez que comiences a avanzar y enfrentes a tus gigantes: miedo, duda, inseguridad, resentimientos, culpas, pecado, etc.

Una vez que lo hagas te sorprenderá ver el verdadero tamaño de eso que llamabas “gigante”, una vez que decidas avanzar y echar fuera eso que te robaba la vida en la tierra prometida, te darás cuenta que era solamente una ilusión. Pues aunque puede ladrar, no muerde porque fue derrotado en la Cruz del calvario y todo lo que puede comer es polvo.

Te lo digo de nuevo, tu Dios es un Dios de batalla y conquista, y le fascina el olor fragante de sus hijos quemando sus miedos para enfrentar a sus gigantes. A Josué se le dijo que se esforzara y fuera muy valiente (Josué 1:7), cuando Ester intercedió para librar a su pueblo de sus enemigos se promulgo un edicto para darle al pueblo Judío “el derecho” de pelear contra sus enemigos (el rey no prohibió los ataques de sus enemigos más les dio el derecho de defenderse, Ester 8:11) , en la reedificación de la muralla de Jerusalén todos llevaban en su cintura la espada para la defenderse de sus enemigos mientras trabajaban en la obra de Dios (Nehemías 4:17-18) ¿Ahora lo entiendes? , Dios no hará desaparecer a tus gigantes, pero te utilizará para cortarles la cabeza.

Si estás decidido a echar fuera a los gigantes, has conmigo esta oración:

“Padre Todopoderoso, hoy tengo entendimiento que mi verdadera identidad es conquistadora. Te ruego que despiertes en mí esa cualidad que me has dado para enfrentar eso que está impidiendo que yo disfrute lo que me pertenece. Lléname de tu presencia, y ayúdame a avanzar para ver el justo tamaño de ese impedimento y finalmente cortarle la cabeza. Sé solamente tú mi fortaleza y deposita en mí mayor determinación. Todo esto en el nombre que es sobre todo nombre, Cristo Jesús, amén.”

“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.”

Josué 1:7

Autor: Richy Esparza

Grandes Expectativas

Grandes expectativas! ¿La vida de quién estamos viviendo? ¿La nuestra o la que otros esperan de nosotros?

Es sorprendente cómo pueden cambiar las cosas en un abrir y cerrar de ojos... Hace más de un año, me recuerdo a mí mismo persiguiendo locamente mis sueños como si no hubiese mañana.
Anhelando ser lo mejor que pudiera ser, intentando demostrar mi valor a todos y haciendo lo que fuese necesario para ser identificado. Ahora, mientras observo tanto a mis amigos como a mis adversarios hacer lo que hice entonces, no puedo evitar sonreír y decirme a mí mismo: "Está bien, Kate, pronto estarás en camino de nuevo".
Soy feliz; no pudiera estarlo más. Por primera vez en mi vida, puedo decir públicamente que vivo mi vida, amando, tomándola toda, sintiendo y dando. Por primera vez, no tengo que apresurarme y competir con todos. Por primera vez, lo estoy tomando todo lenta y seguramente. Por primera vez, vi mi lado sencillo; el lado que sueña con casarse, ser madre en un hogar, no la exitosa abogada corporativa que todos esperan que llegue a ser.
Por primera vez en mi vida me siento feliz, genuina y maravillosamente feliz.
Por años y años, dejé que mis sueños y ambiciones me gobernasen. Cada día soy energizada por esta fuerza interna indistinta y no identificada a levantarme, vivir las expectativas que otros tienen para mí y ser la mejor para que ellos puedan enorgullecerse de mí. Eso me puso eufórica por un tiempo. Entonces me sentí drenada y desgastada por completo. Un día, me levanté preguntándome a mí misma... ¿soy feliz? ¿Es esto lo que en realidad quiero? ¿Estoy viviendo mi vida?

No tenía respuestas. Me sentí vacía; había un profundo vacío dentro de mí que necesitaba ser lleno. Así que busqué las respuestas dentro de mí: ¿qué es lo que lo que quiero hacer? ¿Qué me haría completamente feliz y contenta? Todavía seguía sin respuestas.
Al pensar sobre eso ahora, sé por qué. Es porque toda mi vida estuve intentando ser lo que otra gente quería que yo fuese. Estaba intentando aplacar a la gente que quería jalarme hacia su nivel para que pudiese sobrepasarlos. Al hacerlo, no tenía la oportunidad de reflexionar sobre lo que yo misma buscaba; ¿qué me haría, verdaderamente, feliz?
Una cosa que aprendí es que hay un tiempo cuando tendremos que ser lo que otras personas esperan que seamos, no porque querramos, sino porque los amamos y no queremos fallarles. Pero también debemos recordar que solo vivimos una vez.
Ellos tuvieron su oportunidad de vivir sus vidas; ahora es nuestro turno de vivir la nuestra.
Me siento aliviada de haber servido mi tiempo. Estoy feliz de estar respirando y verdaderamente existiendo, feliz y contenta.
Gracias a esa persona que me enseñó lo que es la vida. Les deseo que ustedes puedan encontrar la suya también.
Katherine Micoleta, Filipinas, escrito en 2006
Fuente: www.motivateus.com
Sobre todo, vivamos la vida que Dios tiene para nosotros, la vida establecida en principios bíblicos y esos principios producen vida.
Y nos mandó El Señor que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy. Deuteronomio 6:24.
Porque no os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella. Deuteronomio 32:47.

martes, 11 de enero de 2011

SOBREPONERSE A LA DIFICULTAD


William Shakespeare dejó escrito que no hay otro camino para la madurez que aprender a soportar los golpes de la vida.


Los golpes de la vida

Aprender a fracasar

La prueba del dolor

Rehuir el esfuerzo

La esclavitud de la pereza

Éxitos y fracasos

El espejo de los deseos

Reacciones inteligentes


Los golpes de la vida

Porque la vida de cualquier hombre, lo quiera o no, trae siempre golpes. Vemos que hay egoísmo, maldad, mentiras, desagradecimiento. Observamos con asombro el misterio del dolor y de la muerte. Constatamos defectos y limitaciones en los demás, y lo constatamos igualmente cada día en nosotros mismos.

Toda esa dolorosa experiencia es algo que, si lo sabemos asumir, puede ir haciendo crecer nuestra madurez interior. La clave es saber aprovechar esos golpes, saber sacar todo el oculto valor que encierra aquello que nos contraría, lograr que nos mejore aquello que a otros les desalienta y les hunde.

¿Y por qué lo que a unos les hunde a otros les madura y les hace crecerse? Depende de cómo se reciban esos reveses. Si no se medita sobre ellos, o se medita pero sin acierto, sin saber abordarlo bien, se pierden excelentes ocasiones para madurar, o incluso se produce el efecto contrario. La falta de conocimiento propio, la irreflexión, el victimismo, la rebeldía inútil, hacen que esos golpes duelan más, que nos llenen de malas experiencias y de muy pocas enseñanzas.

La experiencia de la vida sirve de bien poco si no se sabe aprovechar. El simple transcurso de los años no siempre aporta, por sí solo, madurez a una persona. Es cierto que la madurez se va formando de modo casi imperceptible en una persona, pero la madurez es algo que se alcanza siempre gracias a un proceso de educación —y de autoeducación—, que debe saber abordarse.

La educación que se recibe en la familia, por ejemplo, es sin duda decisiva para madurar. Los padres no pueden estar siempre detrás de lo que hacen sus hijos, protegiéndoles o aconsejándoles a cada minuto. Han de estar cercanos, es cierto, pero el hijo ha de aprender a enfrentarse a solas con la realidad, ha de aprender a darse cuenta de que hay cosas como la frustración de un deseo intenso, la deslealtad de un amigo, la tristeza ante las limitaciones o defectos propios o ajenos..., son realidades que cada uno ha de aprender poco a poco a superar por sí mismo. Por mucho que alguien te ayude, al final siempre es uno mismo quien ha de asumir el dolor que siente, y poner el esfuerzo necesario para superar esa frustración.

Una manifestación de inmadurez es el ansia descompensada de ser querido. La persona que ansía intensamente recibir demostraciones de afecto, y que hace de ese afán vehemente de sentirse querido una permanente y angustiosa inquietud en su vida, establece unas dependencias psicológicas que le alejan del verdadero sentido del afecto y de la amistad. Una persona así está tan subordinada a quienes le dan el afecto que necesita, que acaba por vaciar y hasta perder el sentido de su libertad.

Saber encajar los golpes de la vida no significa ser insensible. Tiene que ver más con aprender a no pedir a la vida más de lo que puede dar, aunque sin caer en un conformismo mediocre y gris; con aprender a respetar y estimar lo que a otros les diferencia de nosotros, pero manteniendo unas convicciones y unos principios claros; con ser pacientes y saber ceder, pero sin hacer dejación de derechos ni abdicar de la propia personalidad.

Hemos de aprender a tener paciencia. A vivir sabiendo que todo lo grande es fruto de un esfuerzo continuado, que siempre cuesta y necesita tiempo. A tener paciencia con nosotros mismos, que es decisivo para la propia maduración, y a tener paciencia con todos (sobre todo con los tenemos más cerca).

Y podría hablarse, por último, de otro tipo de paciencia, no poco importante: la paciencia con la terquedad de la realidad que nos rodea. Porque si queremos mejorar nuestro entorno necesitamos armarnos de paciencia, prepararnos para soportar contratiempos sin caer en la amargura. Por la paciencia el hombre se hace dueño de sí mismo, aprende a robustecerse en medio de las adversidades. La paciencia otorga paz y serenidad interior. Hace al hombre capaz de ver la realidad con visión de futuro, sin quedarse enredado en lo inmediato. Le hace mirar por sobreelevación los acontecimientos, que toman así una nueva perspectiva. Son valores que quizá cobran fuerza en nuestro horizonte personal a medida que la vida avanza: cada vez valoramos más la paciencia, ese saber encajar los golpes de la vida, mantener la esperanza y la alegría en medio de las dificultades.



Aprender a fracasar

El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse, decía el conocido estadista e historiador británico Winston Churchill.

Nadie puede decir que no fracasa nunca, o que fracasa pocas veces. El fracaso es algo que va ligado a la limitación de la condición humana, y lo normal es que todos los hombres lo constaten con frecuencia cada día. Por eso, los que puede decirse que triunfan en la vida no es porque no fracasen nunca, o lo hagan muy pocas veces: si triunfan es porque han aprendido a superar esos pequeños y constantes fracasos que van surgiendo, se quiera o no, en la vida de todo hombre normal. Los que, por el contrario, fracasan en la vida son aquellos que con cada pequeño fracaso, en vez de sacar experiencia, se van hundiendo un poco más.

Triunfar es aprender a fracasar. El éxito en la vida viene de saber afrontar las inevitables faltas de éxito del vivir de cada día. De esta curiosa paradoja depende en mucho el acierto en el vivir. Cada frustración, cada descalabro, cada contrariedad, cada desilusión, lleva consigo el germen de una infinidad de capacidades humanas desconocidas, sobre las que los espíritus pacientes y decididos han sabido ir edificando lo mejor de sus vidas.

Las dificultades de la vida juegan, en cierta manera, a nuestro favor. El fracaso hace lucir ante uno mismo la propia limitación y, al tiempo, nos brinda la oportunidad de superarnos, de dar lo mejor de nosotros mismos. Es así, en medio de un entorno en el que no todo nos viene dado, como se como se va curtiendo el carácter, como va adquiriendo fuerza y autenticidad.

Sería una completa ingenuidad dejar que la vida se diluyera en una desesperada búsqueda de algo tan utópico como es el deseo de permanecer en un estado de euforia permanente, o de continuos sentimientos agradables. Quien pensara así, estaría casi siempre triste, se sentiría desgraciado, y los que le rodeen probablemente acabarían estándolo también.

Como decía G. von Le Fort, “hay una dicha clara y otra oscura, pero el hombre incapaz de saborear la oscura, tampoco es capaz de saborear la clara”. O como decía Quevedo, “el que quiere de esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos”.

Por eso, en la tarea de educar el propio carácter, o el de los hijos, es muy importante no caer en ninguna especie de neurosis perfeccionista.

Porque errores los cometemos todos. La diferencia es que unos sacan de ellos enseñanza para el futuro y humildad, mientras que otros sólo obtienen amargura y pesimismo. El éxito, volvemos a repetir, está en la capacidad de superar los tropiezos con deportividad.

Da pena ver a personas inteligentes venirse abajo y abandonar una carrera o una oposición al primer suspenso; a chicos o chicas jóvenes que fracasan en su primer noviazgo y maldicen contra toda la humanidad; a aquellos otros que no pueden soportar un pequeño batacazo en su brillante carrera triunfadora en la amistad, o en lo afectivo, o en lo profesional, y se hunden miserablemente: el mayor de los fracasos suele ser dejar de hacer las cosas por miedo a fracasar.



La prueba del dolor

«Yo siempre he sido considerado en mi ambiente profesional —me decía no hace mucho un viejo amigo— como una persona muy exigente. Me he exigido siempre mucho a mí mismo y he exigido también siempre mucho a los demás.

»Me costaba mucho comprender que había gente a la que no le era posible seguir mi ritmo, y a veces, tengo que reconocerlo, los maltrataba. Y en casa me pasaba un poco igual. Echaba en cara las cosas a mi mujer y a mis hijos con muy poca consideración.

»Y tuvo que venir la enfermedad, y luego aquellos problemas serios en el trabajo, para que empezara a entender que la vida no era tan simple como yo me la había planteado.

»La verdad es que he funcionado siempre como un triunfador, rebosante de salud y de éxito profesional, y sin darme casi cuenta menospreciaba a los demás. Pensaba que si ellos no lograban lo que lograba yo, era simplemente porque a ellos no les daba la gana esforzarse como yo lo hacía.

»Pensaba así hasta que empecé a sentir en mis carnes todo ese sufrimiento, a notar en mi vida el peso de esa carga: fue entonces cuando comencé a reparar en que los demás también sufrían, que en la vida hay mucho sufrimiento de muchas personas. Y comprendí que pasar sin consideración por delante de ese dolor es algo realmente indigno.

»He empezado a dormir mal, y ahora tengo mucho tiempo para pensar. Al principio me enfadaba, pero pronto me di cuenta de que con pataleos no arreglas nada: ni te duermes, ni resuelves lo que te preocupa. Es curioso, pero antes yo era muy irascible, y ahora en cambio me he vuelto bastante sereno y comprensivo. Creo que esto que me ha pasado ha marcado como una nueva etapa en mi vida.

»A mí, el dolor me ha curtido el alma, me ha hecho entender un poco mejor a los demás. Antes, yo apenas había tenido problemas serios, y juzgaba a los demás con dureza y frialdad. Ahora, todo lo veo de modo distinto. Ya no grito a mi secretaria ni me peleo con mi mujer o mis hijos.»

Recordando el relato de aquel joven y brillante ejecutivo, pensaba en el distinto modo en que reciben las personas el dolor. En cómo a unos les mejora, y a otros, en cambio, les desespera. Y pensaba en la enseñanza que esta persona obtuvo: que hay que comprender mejor a la gente, pues quienes nos rodean son personas que también sufren, y eso siempre es duro; y que hay gente que lo pasa mal —y quizá en parte por culpa nuestra—, y que todo hombre debiera detenerse siempre junto al sufrimiento de otro hombre, y hacer lo posible por remediarlo.

El dolor es una escuela en donde se forman en la misericordia los corazones de los hombres. Una escuela que nos brinda la oportunidad de curarnos un poco de nuestro egoísmo e inclinarnos un poco más hacia los demás. Nos hace ver la vida de una manera especial, nos muestra un perfil más profundo de las cosas.

El dolor nos lleva a reflexionar, a preguntarnos por el sentido que tiene todo lo que sucede a nuestro alrededor. El hombre, al recibir la visita del dolor, vive una prueba dentro de sí: es como un pellizco que detiene el curso normal de su vida, como un parón que le invita a reflexionar. Por eso se ha dicho que toda filosofía y toda reflexión profunda adquiere una especial lucidez en la cercanía del dolor y de la muerte.

El dolor, si se sabe asumir, advierte al hombre del error de las formas de vida superficiales, ayuda al hombre a no alejarse de los demás, a no arrellanarse en su egoísmo. El dolor nos vuelve más comprensivos, más tolerantes, nos va curando de nuestra intransigencia, nos perfecciona. Es, además, una realidad que llega a todo hombre y que por tanto, en cierto sentido —como ha señalado Enrique Rojas—, conduce a una suerte de fraternización universal, ya que iguala a todos por el mismo rasero.

Lo que hace feliz la vida del hombre no es la ausencia del dolor, entre otras cosas porque se trata de algo imposible. La vida no puede diseñarse desde una filosofía infantil que quisiera permanecer ajena al misterio de la presencia del dolor o del mal en el mundo. Y enfadarse o escandalizarse ante esa realidad no conduce a ninguna parte. Aprender a convivir con el dolor, aprender a tolerar lo malo inevitable, es una sabiduría fundamental para vivir con acierto.



Rehuir el esfuerzo

No hace mucho se hizo pública la noticia de que el famoso internado británico Summerhill, escuela que en los año 60 se convirtió en el modelo de la educación anti-autoritaria, tendrá probablemente que cerrar debido al bajo rendimiento de sus —sólo— 66 alumnos.

Esta escuela, fundada en 1921 por Alexander Neill, tuvo un espectacular auge en la década de los sesenta, pero después fue perdiendo gradualmente alumnos hasta quedar ahora semidesierta.

Su método pedagógico es realmente peculiar: no hay exámenes ni calificaciones, la asistencia a clase es voluntaria y la vida del centro se rige en gran medida de modo asambleario por los propios alumnos.

El caso es que los alumnos de Summerhill no salen bien preparados. La realidad es que apenas van a clase y que su formación —según un reciente informe del Ministerio de Educación británico— presenta asombrosas deficiencias.

El intento de esta escuela por erradicar el autoritarismo merece todos los elogios, pero sus resultados muestran que su planteamiento ha sido muy ingenuo. Cualquier persona ha de esforzarse seriamente para conseguir cualquier objetivo valioso en su vida, y para esforzarse seriamente en algo, resulta muy práctico —sobre todo en esas primeras etapas en las que se va conformando el carácter— procurar sujetarse a un plan exigente. Libremente, pero sujetarse.

Hacer lo que uno entiende que debe hacer supone muchas veces un esfuerzo considerable. Y una educación responsable ha de llevar a plantear y plantearse un alto nivel de exigencia personal.

Hay personas que son como un manojo de sentimientos, que sólo quieren aceptar la parte fácil de la vida. Quieren el fin, pero no los medios necesarios para alcanzar ese fin. Quieren ser premios Nobel sin estudiar, enriquecerse sin dar ni golpe, ganarse la amistad de todos sin hacerles un favor, o ingenuidades por el estilo. Y eso no es serio. No se enfrentan con la realidad de la vida porque están enormemente mediatizados por la comodidad.

No distinguen entre lo que es querer seriamente lograr algo, con todas sus consecuencias y poniendo los medios necesarios, y lo que es sencillamente una ilusión, un apetecerles, un soñar soltando la imaginación. Para el trabajo se necesita más esfuerzo que para las novelas fabricadas por la fantasía.

Son personas que quieren triunfar en la vida, como todo el mundo, pero olvidan el esfuerzo continuado que esto supone: para hacer bien una carrera son precisas muchas jornadas de clases y estudio que no siempre apetecen; para ser un buen atleta hay que perseverar en un entrenamiento muchas veces agotador; para dominar un idioma no bastan cuatro clases o unas semanas en el extranjero. Para casi todo hace falta esfuerzo y, si éste se rechaza, supone rechazar el fin, no querer de verdad.



La esclavitud de la pereza

Todos habremos visto a un albañil subido a un andamio cantando alegremente mientras ponía ladrillos y, junto a él, a otro amargado y con mala cara, realizando ambos la misma tarea.

O un conductor de autobús que hace su trabajo con satisfacción y procurando agradar a los viajeros, y, en su misma ocupación y condiciones, a otro que trabajando de mala gana y despotricando de todo.

Y lo mismo al acercarse a una ventanilla, a la barra de un bar, al mostrador de una tienda, o al ir a la peluquería.

Y lo mismo en las aulas. Y lo mismo en la familia. Hay padres y madres que se recrean en las tareas del hogar y en la educación de sus hijos, y padres y madres que parece que sólo saben quejarse del trabajo y los quebraderos de cabeza que les dan sus hijos, que dicen que no pueden más, que les agota, que se les hace pesado, que no hay quien lo aguante.

Muchas veces, la raíz de su tristeza y su desgana está en la pereza. En que son personas que se pasan la vida en una lucha —agotadora lucha, por otra parte— para rehuir el esfuerzo, para encontrar el modo de hacer menos y que sea otro quien haga las cosas.

El trabajo, las tareas del hogar, la educación de los hijos... cualquier persona emplea la mayor parte del día en esas tareas, ¿por qué entonces hacerlas de mala gana?: eso equivaldría a pasarse amargado la mayor parte de la vida.

Es verdad que a veces hay problemas, y problemas serios, y se hace todo muy pesado, y no apetece hacer nada. Pero también es cierto que, con un nivel de motivos de tristeza bastante parecido, hay gente habitualmente contenta y gente habitualmente descontenta. Quizá la diferencia esté en la filosofía con que cada uno se toma la vida. Se trata de:


en vez de trabajar con desgana, procurar poner ganas, y ya acabarán apareciendo satisfacciones en ese trabajo;

en vez de ver y de hacer ver el trabajo como una carga pesada, descubrir en él —entre otras cosas— una forma de realizarse, un motivo de satisfacción y una oportunidad de servir a los demás (Einstein decía que sólo una vida vivida por los demás merece la pena ser vivida);

en vez de estar pensando en la hora de acabar, procurar esmerarse en lo que se está haciendo en cada momento;

en vez de quejarse continuamente y crear un clima negativo, procurar poner ilusión y crear alrededor un clima positivo; etcétera.

Muchos padres dicen que sus hijos son muy perezosos. Perezosos, dicen, para levantarse, para estudiar, para llevar a cabo cualquier actividad que no implique diversión, y a veces incluso hasta para eso. Que todo les cansa, todo les aburre, que no saben pasarlo bien más que un rato. Que una simple contrariedad les conduce al abatimiento. Que les resulta difícil hacer frente al ocio, incluso mantener una afición o un hobby. Que no logran hacer lo que se proponen y eso les hace sentirse frustrados y estar tristes.

La pereza y, en general, la falta de una adecuada educación de la voluntad, constituyen una de las más dolorosas formas de pobreza: porque impiden a quienes la padecen disfrutar de la vida y recrear su espíritu al nivel que a nuestra naturaleza humana corresponde.



Éxitos y fracasos

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: "Me están haciendo un precioso anillo, con un diamante extraordinario, y quiero guardar dentro de él un mensaje muy breve, un pensamiento que pueda ayudarme en los momentos más difíciles, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre."

Aquellos sabios podrían haber escrito grandes tratados sobre muchos temas, pero escribir un mensaje de sólo dos o tres palabras era bastante más complicado. Pensaron, buscaron en sus libros, pero no encontraban nada. El rey lo consultó entonces con un anciano sirviente por el que sentía un gran respeto. Aquel hombre le dijo: "Hace muchos años, estuve unos días al servicio de un gran amigo de tu padre. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me entregó este diminuto papel doblado. Me insistió en que no lo leyera antes de necesitarlo de verdad, cuando todo lo demás hubiera fracasado."

Aquel momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió su reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos le perseguían. Llegó a un lugar donde el camino se acababa. No había salida. Frente a él había un precipicio. Tampoco podía volver, porque el enemigo le cerraba el paso. Ya escuchaba el trotar de los caballos de sus perseguidores. Cuando iba a rendirse, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y leyó el misterioso mensaje. Tenía sólo tres palabras: "Esto también pasará".

Tuvo fuerzas entonces para resistir un poco más. Sus enemigos debieron perderse en el bosque, pues poco a poco dejó de escucharse el trote de los caballos. El rey recobró el ánimo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Hubo una gran celebración, con banquete, música y bailes. Se sentía muy orgulloso de su triunfo. El anciano estaba sentado a su lado, en un lugar preferente, y le dijo: "Ahora también es un buen momento para leer el mensaje". "¿Qué quieres decir?", preguntó el rey. "Ese mensaje no es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero".

El rey volvió a leerlo, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero su orgullo, su altivez, su egolatría, habían desaparecido. Comprendió que todo pasa, que ningún éxito o fracaso son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza, y hay que aceptarlos como parte de la dualidad de la naturaleza, porque pertenecen a la misma esencia de las cosas.

Este viejo relato nos invita a pensar en esos momentos de abatimiento o de exaltación por los que todos pasamos, a veces con muy poca diferencia de tiempo. Entonces, lo positivo o lo negativo parece ocupar por completo nuestra cabeza. La memoria resalta los fracasos o los éxitos, según el caso, y podemos sentirnos llamados alternativamente al desastre o a la gloria. Y probablemente nos falte objetividad en ambos casos. Por eso, aquel mensaje del "esto también pasará" es una llamada y una invitación a pensar con ecuanimidad, a levantar la mirada más allá del éxito o el fracaso de ahora, para pensar en el largo plazo de la vida, en qué esperamos de ella, en qué es lo que le da sentido.

Entonces, enseguida vemos que el éxito se disipa en un desengaño si no se ha alcanzado como un ideal de servicio. Sólo encontramos sentido a una vida que esté volcada en los demás. Sólo se mantiene la ilusión si se apunta hacia ideales altos, porque, como dijo el poeta, "si quieres que el surco te salga derecho, ata a tu arado una estrella".

Los grandes logros han de saber asumirse y mantenerse. Muchas veces, cuesta más mantener que crear. Cuesta más mantenerse sobre una ola que subirse a ella, pero, en cualquier caso, la ola nunca será eterna.

Demostramos inteligencia cuando sabemos aprender de los fracasos y no nos envanecemos tontamente con los triunfos. Por eso se ha dicho que un hombre inteligente se recupera enseguida de un fracaso, pero un hombre mediocre jamás se recupera de un triunfo.



El espejo de los deseos

¿A quién no se le ha escapado la imaginación pensando ser el protagonista de una aventura espectacular, en la que resaltan con luz propia las cualidades que más deseamos tener?

Es verdad que sin deseos no hay proyectos, y que sin proyectos no hay logros. Los deseos expanden nuestro mundo interior, lo trascienden, le dan vida. Son importantes, evidentemente. Pero debemos cuidar que no se hipertrofien y acaben siendo un mecanismo de evasión, porque soltar la imaginación de los deseos es para muchas personas una auténtica droga de diseño que les sumerge una triste dependencia.

Lo refleja bien un diálogo entre Harry Potter y el sabio mago Dumbledore. Harry ha descubierto un espejo sorprendente, el espejo de Oesed (la palabra "OESED", puesta ante un espejo, se lee "DESEO"). Cuando Harry se mira en ese espejo, se ve acompañado de sus padres, a los que nunca llegó a conocer.

Harry llega por tercer día consecutivo a la habitación del espejo. Dumbledore le explica que ese espejo muestra el más profundo y desesperado deseo de nuestro corazón: "Para ti, que nunca conociste a tu familia, verlos rodeándote (...). Sin embargo, Harry, este espejo no nos dará conocimiento o verdad. Hay hombres que se han consumido ante esto, fascinados por lo que han visto. O han enloquecido, al no saber si lo que muestra es real o siquiera posible."

Toda persona vive situaciones que desea prolongar o de las que anhela liberarse. Hay muchas cosas que nos invitan a refugiarnos en ese mundo ideal de nuestra imaginación. Es verdad que evadirse en ensueños proporciona un cierto alivio, pero sabemos que no es duradero, y al toparnos de nuevo con la terca realidad advertimos enseguida que no era una buena solución. Encerrarse en un mundo imaginario es tarea fácil, porque ninguna legalidad física pone trabas a nuestra imaginación, y nos sentimos completamente libres, pero es una libertad ficticia, un espejismo que retrocede según avanzamos, una maravillosa argucia que nos mantiene un tiempo en vuelo pero que no sabemos donde nos dejará caer.

Todos disponemos de entradas gratis a esa vida de fantasía, llena de colorido pero irreal. Escaparse a ella, huir de la realidad, no nos da conocimiento ni verdad, sino una mayor frustración. Por eso Dumbledore da un último consejo a Harry: "Y si alguna vez te cruzas con el espejo, deberás estar preparado. No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir, recuérdalo."

Cuando las personas se dejan arrastrar por los sueños, su imaginación se convierte en un torrente de deseos e ideas con las que intentan evadirse de una realidad que les disgusta. De vez en cuando abren los ojos y ven que el esfuerzo se interpone en el camino hacia cualquier logro, y eso les desazona y les hace volver al cálido refugio de su mundo interior. Se hacen personas pasivas, de voluntad dormida y mirada dispersa.

Las paz y el dinamismo no son fruto espontáneo, sino fruto del esfuerzo por vencer el desorden interior que siempre nos amenaza, fruto de poner orden en nuestra cabeza y nuestro corazón, y eso no es algo que viene después de la lucha, sino que más bien proviene de estar en esa lucha, de esmerarse de modo habitual por no dejarse engullir por tantas ocasiones de autoengañarnos que se nos presentan a diario.

No hay que olvidarse de vivir la vida real. El mundo es una sucesión de oportunidades que desfilan ante los ojos de hombres cansados. Una vida que se llena de ilusión y de sentido en la medida que descubrimos lo importante que podemos ser para los demás, lo que podemos ayudarles, la ilusión que podemos aportar a su vida, a su vida real.



Reacciones inteligentes

Un día, el burro de un aldeano se cayó a un pozo. El pobre animal estuvo rebuznando con amargura durante horas, mientras su dueño buscaba inútilmente una solución. Pasaron un par de días, y al final, desesperado el hombre al no encontrar remedio para aquella desgracia, pensó que como el pozo estaba casi seco, y el burro era ya muy viejo, realmente no valía la pena sacarlo, sino que era mejor enterrarlo allí. Pidió a unos vecinos que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y empezaron a echar tierra al pozo, en medio de una gran desolación. El burro advirtió enseguida lo que estaba pasando y rebuznó entonces con mayor amargura.

Al cabo de un rato, dejaron de escucharse sus lastimeros quejidos. Los labriegos pensaron que el pobre burro debía estar ya asfixiado y cubierto de tierra. Entonces el dueño se asomó al pozo, con una mirada triste y temerosa, y vio algo que le dejó asombrado. Con cada palada, el burro hacía algo muy inteligente: se sacudía la tierra y pisaba sobre ella. Había subido ya más de dos metros y estaba bastante arriba. Lo hacía todo en completo silencio y absorto en su tarea. Los labriegos se llenaron de ánimo y siguieron echando tierra, hasta que el burro llegó a la superficie, dio un salto y salió trotando pacíficamente.

Llevar una vida difícil, o tener contratiempos más o menos serios, es algo que a cualquiera puede suceder. La vida a veces parece que nos aprisiona como en el fondo de un pozo, y que incluso nos echa tierra encima. Ante eso, hay modos de reaccionar inteligentes, como el de aquel burro, que de lo que parecía su condena supo hacer su tabla de salvación; y otros estilos que son más bien lo contrario, propios de personas que no saben sacar partido a sus propios recursos, y que en cambio dominan lo que podría llamarse el arte de amargarse la vida.

Hay quienes se han acostumbrado a dejar divagar su mente por el pasado hasta convertirlo en una inagotable fuente de amargura. Ven su juventud como una edad de oro perdida para siempre, lo que les proporciona una reserva inagotable frustración, y sobre todo les hace pensar poco en el presente. Sus suposiciones sobre el futuro son igualmente tristes y sombrías, y eso les facilita encontrar motivos para abandonar la mayoría de los esfuerzos razonables por mejorar las cosas. Son bastante dados al victimismo, a echar la culpa a los demás, o a la sociedad, que malogra todos sus esfuerzos, o a sus amigos o parientes, o a lo que sea, pero casi siempre la solución a sus problemas parece estar fuera de su alcance. Piensan mal de los demás, y se conducen como si leyeran con gran clarividencia los pensamientos ajenos, cuando en realidad aciertan pocas veces (aun así, seguirán considerando ingenuos a los que tengan una visión más positiva de las personas o las situaciones). También muestran una sorprendente capacidad para ver cumplidas sus negras profecías (hacen bastante para que así sea), y en el trato personal son susceptibles e impredecibles, de esos que te dicen algo y es difícil saber si van en broma o en serio, pero lo que es seguro es que después te reprocharán que te tomas en broma las cosas serias o que no tienes ningún sentido del humor.

Todos tenemos contratiempos, todos los días. La clave es cómo reaccionamos ante ellos. De eso depende en buena parte nuestra calidad de vida, y la de quienes nos rodean.

sábado, 8 de enero de 2011

FIELES A LA META

Una ó varias metas personales son nuestras: son lo que queremos para nosotros y no lo que los demás quieren para nosotros. Creamos en nosotros mismos: podemos lograr cualquier cosa. Veamos lo que Jacquie nos quiere decir:

La clave para ser feliz es respetar nuestro deseo de mejorar nuestra vida por nuestras propias escogencias aunque, y especialmente si, los demás las ridiculizan. No permitamos que la ignorancia o la vista corta de los demás redirijan las metas de nuestra vida.

Todos tenemos nuestro propio camino a seguir... nuestro propio mapa para el futuro. La clave es comprender que todos somos diferentes y respetar sus metas tanto como las nuestras.

No aceptemos conductas que atenten contra nuestras creencias o deseos y no aceptemos conductas de amigos, familiares o cónyuges que no aceptaríamos de un extraño.

Seamos fieles a nosotros mismos. Parémonos firmes y no pospongamos nuestros sueños o deseos para agradar a algún otro en base a su idea sobre lo que debería ser...

Jacqueline Mendez, copyright 2006
Dios es Dios de metas y te da la oportunidad de fijar metas y lograrlas. Cada meta lograda es una oportunidad para alabar a Dios. Preparate y fija tu próxima meta.

No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús.
Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:12-14.

jueves, 6 de enero de 2011

Empieza el nuevo año, Señor, y vuelvo a buscar tu compañía


Tenemos las alforjas vacías y las vamos a ir llenando de cosas buenas, de cosas santas, de perdones y mucho amor.
Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net

Ya estamos en el mes de enero.

Empieza el nuevo año, Señor, y vuelvo a buscar tu compañía. Hoy es jueves y de nuevo ante Ti, todavía un poco agitada de tanto correr, de tanto ajetreo, de tantos abrazos y felicitaciones,... unos alegres, otros... con las mismas penas y preocupaciones. Ya pasó todo y ahora vamos a empezar la "cuesta de enero".

Ya se fueron las fiestas. Ya se fueron los abrazos, los bailes, el chocar de las copas, los convivios y el jolgorio. Supimos tener la excelancia en esos momentos de gozo. Ahora la excelancia nos tiene que acompañar en el trabajo y en el esfuerzo.

Pero ahora las caras son serias, el entrecejo fruncido, los labios apretados y el andar cansino para subir "la cuesta de enero".
El dinero se gastó y el bolsillo está vacío. Los buenos propósitos...¡cómo cuesta poderlos cumplir! levantarse temprano, no fumar, no comer golosinas, no extralimitarse en la bebida, ser amable, no irritarse por cualquier cosa, estar en paz, no criticar, hacer ejercicio, saludar con una sonrisa al vecino, ser generosos, trabajar con honestidad y buen ánimo, pagar deudas, etcétera, etcétera, y así este mes de enero, serio y formal, se nos antoja un Everest cuya cima es casi inalcanzable. Visto así es normal que esto nos desanime y nos desaliente pero hay que buscarle un truco, algo que nos de ánimo en el desaliento, algo que nos de fuerza para poder alcanzar la meta que nos propusimos.

Al mirar el horizonte y juntar estos doce meses que nos esperan, si Tu nos das vida, nos sentimos abrumados, es demasiado.

Es muy dificil, es verdad. Pero si pensamos: Solo por hoy...va a ser más fácil. El hoy, el ahora que es el presente nos da la fuerza que necesitamos. El plazo breve para vencer las tentaciones es más efectivo que la cadena de días en el mismo esfuerzo. Solo por hoy. Solo por este momento, solo en este momento si puedo hacerlo y lo voy a hacer. Así momento tras momento, día tras día.

Y al llegar la noche, en la hora íntima de estar a solas con uno mismo, cuando realmente somos auténticos, repasar nuestro día que termina y hacer un buen balance.

Si en el día caímos, si no tuvimos voluntad suficiente, pedirte Señor perdón y fuerzas para el nuevo día. Y así con el -SOLO POR HOY, el camino se allana, el sendero se endulza y pierde su aridez, nuestros pasos son más seguros y firmes en ese Hoy que será el mañana de días y meses que nos darán la victoria al cabo del año andado.

Empezamos el año con las alforjas vacías y las vamos a ir llenando de cosas buenas, de cosas santas, de perdones, de sonrisas, de ternura, de generosidad, de alegría, de buenos modos, de fe, de ilusiones, de esperanza, de trabajo y de mucho amor.

Con todo esto iremos caminando por el nuevo año y seguro que siempre, en los días de sol y en los días grises, tal vez de llanto, buscaremos en nuestra alforja y vamos a encontrar todo aquello que será vital para esos momentos y que nos darán la fuerza para ser felices con Tu bendición.

Invítanos todos los dias a visitarte en la Eucaristía, frente a Ti, de rodillas ante en el Santísimo Sacramento, nuestro camino este año será lleno de alegría y paz.
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